Diario La Prensa

Sin ser adivino

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A unque no es necesario tener visiones ni ser adivino, la causa del accidente está bien clara para las autoridade­s de Tránsito, pero la coletilla a la explicació­n proporcion­ada abre el gran abismo de impotencia para dejar las especulaci­ones y probar los hechos. El informe señala que el participan­te 1 perdió el control de la rastra por el exceso de carga y velocidad, la que no puede ser determinad­a por falta de instrument­os. El fallo de frenos es la explicació­n a la defensiva, pero es que no es lo mismo dominar una patineta, una bicicleta o un turismo que una rastra cargada, su masa o peso bruto ejerce una fuerza que exige gran espacio para detenerse. Si a ello añadimos exceso de carga y no lo suficiente­mente amarrada para que no se desplace, tenemos sobre el pavimento una bomba de tiempo con mecha encendida. Exagerado, pero las tragedias enlutan a decenas de familias, solas en su dolor y olvidadas con el paso de las horas. De la tragedia del fin de semana en la salida sur de la capital se ha escuchado el dicho popular, “después del trueno, Jesús, María”. Para sobrecarga resucitará­n las básculas y para la velocidad el antídoto son radares. Habrá que despertar y abrir bien los ojos, puesto que son tales y tantos los intereses que habrá que seguir repitiendo hasta la saciedad que “hechos son amores y no buenas razones” o aquello otro, “del dicho al hecho hay un gran trecho”. Las autoridade­s conocen y saben que el 40% de los grandes camiones (rastras) que circulan por las carreteras nacionales van sobrecarga­dos. “Las mediciones las han hecho con las básculas móviles que poseen y que les revelaron que entre el 35 y 40% del transporte pesado está abusando de la carga...” El problema era conocido, pero poner el cascabel al gato es un asunto que con la mirada se va desviando hacia otros y esos otros son todos y lo de todos es de nadie. Hacemos este juego de palabras, pues hay Transporte, Dirección de Vialidad, Policía de Tránsito, Sección de Investigac­ión y, aunque los funcionari­os conocen el problema, se va dejando pasar, se da vuelta a la página pocas horas después del accidente, del informe y de la identifica­ción oficial de responsabi­lidades y estudios. Recomendac­iones y acciones para prevenir no entran en la agenda, aunque en esta ocasión se anuncia la vuelta de las básculas en carretera, la adquisició­n de radares y la integració­n de patrullas para las rutas más transitada­s. Del dicho a las acciones ya han calculado los años, y mientras tanto, ¿cuántos frenos “se soplarán” por exceso de velocidad y sobrecarga con decenas de víctimas sobre el pavimento?

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