La última carta del Partido Liberal
Las elecciones internas de marzo y las generales de noviembre de este año son de tremenda importancia para nuestro sistema democrático, puesto que puede significar el final de la vida útil para dos instituciones políticas de nuestro país. Uno es el más longevo y el otro el benjamín, me refiero al Partido Liberal y al Partido Anticorrupción. Los liberales que celebraron sus 126 años de fundación el pasado domingo 5, sin duda que han despertado entusiasmo de cara a las elecciones internas, pero solo eso… aquel arrastre de grandes masas parece que quedó en el pasado, cuando vemos eventos que deben ser acalorados por grandes cantidades de seguidores (si es que aún los tienen) como ser los lanzamientos de sus candidatos a alcaldes de la capital política o industrial del país, ciudades que son habitadas no por miles sino por millones de personas. En el valle de Sula habitan 1,980,459 y en Francisco Morazán 2,110,008 y a estos eventos en los que debe demostrarse fuerza electoral solo acuden tres mil personas. Lo que se está “lanzando” realmente es un mensaje negativo y peor aun si es transmitido en vivo. Para que los liberales vuelvan a ser lo que un día fueron se requiere de mucha paciencia y perseverancia, no será de la noche a la mañana que esta institución resurgirá como algunos sueñan que ocurra… por lógica todo lo que es viejo tiende a desaparecer, y los partidos políticos no son la excepción, a menos que se renueven. No es cierto que fue a raíz de lo acontecido en el año 2009 que el liberalismo dejó de ser popular, ya venía en picada, su caída comenzó justo al comienzo de este nuevo siglo cuando Pineda Ponce (964.590 votos) pierde con Ricardo Maduro (1.137.734 votos). En 2013 solo obtuvo el 20.28% es decir que el 80% de la población no cree en el Partido Liberal. Los liberales siguen sobreviviendo; este año se juegan su ultima carta. En lo que se refiere al PAC que solo representa el 13.52% con la desbandada de sus diputados y una “alianza” que es contraria a sus principios, este instituto se autodestruyó. DENNIS ESPINAL