Diario La Prensa

El peso mexicano pierde su rol como barómetro de las divisas emergentes

- Por Ira Iosebashvi­li

Las recientes penurias del peso mexicano están cambiando la forma en que muchos inversioni­stas globales cubren sus apuestas a los mercados emergentes y aumentando los riesgos asociados a invertir en los países en desarrollo.

El peso es una de las monedas más líquidas de los mercados emergentes y una de las pocas dentro de ese grupo que se pueden transar sin restriccio­nes. Tales caracterís­ticas la ha vuelto una divisa particular­mente útil para quienes buscan cubrir sus posiciones alcistas en los mercados emergentes con apuestas a una caída del peso.

Una estrategia popular, por ejemplo, ha sido comprar acciones brasileñas y compensar el riesgo mediante la venta de pesos mexicanos, puesto que apostar a un descenso del real es difícil debido a los controles de capital impuestos por el gobierno brasileño. Es una cobertura efectiva debido a que el peso se mueve habitualme­nte en la misma dirección que las divisas de las economías emergentes más importante­s. Estos mercados normalment­e responden a los mismos factores económicos, como las tasas de interés en Estados Unidos, los precios de las materias primas y los flujos globales de capitales.

En los últimos meses, sin embargo, la evolución del peso mexicano ha sido más errática. Las promesas del presidente Donald Trump de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre EE.UU., México y Canadá y fijar aranceles a los bienes mexicanos, medidas que perjudicar­ían una economía que depende de las exportacio­nes, han pasado a ser el principal motor de la moneda. Por ende, el peso no siempre se mueve al ritmo de las divisas de otros mercados emergentes.

Conforme el peso sigue su propio camino, los inversioni­stas empiezan a dudar de si puede seguir siendo una especie de termómetro de las divisas emergentes. Se trata de un nuevo recordator­io de que el estatus que México ha logrado en las dos últimas décadas gracias al acuerdo de libre comercio con EE.UU. se ve amenazado debido a la actitud más beligerant­e de la Casa Blanca.

“Ya no tenemos un indicador preciso del ánimo de los mercados emergentes ahora que el peso se ha visto tan entrelazad­o con las políticas de Trump”, afirma Alan Robinson, asesor de portafolio global de RBC Wealth Management. “Depender del peso como barómetro para todo el resto de las monedas de mercados emergentes ahora es un poco peligroso”.

Los operadores divisan más volatilida­d en el horizonte de la moneda mexicana. El peso fue la segunda moneda de peor desempeño de los países emergentes durante las tres primeras semanas de enero, con un retroceso de 5,6% frente al dólar, según las cifras de UBS Wealth Management. Luego, el peso tuvo el mejor desempeño durante el resto de enero una vez que los operadores considerar­on que la reacción del mercado había sido exagerada.

Los intentos del Banco de México de estabiliza­r la divisa no han sido de gran ayuda. En realidad, las alzas de tasas de la entidad han encarecido las apuestas a un descenso de la moneda, puesto que los inversioni­stas deben pedir prestada la divisa para venderla al descubiert­o, lo que reduce su atractivo como cobertura.

El Banco de México subió el jueves las tasas de interés de referencia en medio punto porcentual, la cuarta vez consecutiv­a que eleva el costo del dinero.

La menor efectivida­d del peso como cobertura puede exacerbar el riesgo asociado a los mercados emergentes. Estos paises sintieron presión luego del triunfo de Trump en las elecciones, conforme el fortalecim­iento del dólar y las expectativ­as de un alza de las tasas de interés estadounid­enses aceleraron la salida de capitales. Laseconomí­asemergent­essiguen siendo vulnerable­s a un repliegue de los precios de las materias primas o la imposición de políticas proteccion­istas en EE.UU.

Los flujos de capitales hacia los fondos dedicados a acciones y bonos de mercados emergentes cayeron el año pasado a US$28.000 millones, su menor nivel desde la crisis financiera de 2008, según el Instituto de Finanzas Internacio­nales.

Incluso antes de que se intensific­aran las tensiones entre EE.UU. y México, el volumen de transaccio­nes del peso estaba bajando. El promedio diario de operacione­s del peso cayó a US$97.000 millones en 2016, tras alcanzar US$135.000 millones en 2013, según el Banco de Pagos Internacio­nales. El año pasado, las transaccio­nes en pesos constituye­ron 2% del volumen de US$5,1 billones al día del mercado de divisas, un punto porcentual menos que tres años antes, indicó el organismo.

Algunos inversioni­stas han estado trasladand­o apuestas desde el peso a monedas asiáticas como el won de Corea del Sur y el dólar de Taiwán, donde las tasas de interés son comparativ­amente bajas, señala Jens Nystedt, gestor de renta fija de mercados emergentes de Morgan Stanley Investment Management.

Durante los últimos tres meses, estas monedas se han vuelto más susceptibl­es a las oscilacion­es del dólar, lo que sugiere que los inversioni­stas las están usando para cubrir sus posiciones a favor de un alza de la moneda estadounid­ense, según Morgan Stanley.

No obstante, otros gestores de fondos señalan que hay pocas alternativ­as buenas. La única moneda de una economía emergente con un mercado más profundo es el yuan, que es muy controlado por el banco central chino. Las divisas con volúmenes comparable­s, como el won, son demasiado regionales y no reflejan bien lo que ocurre en el mundo en desarrollo, dicen inversioni­stas.

En lugar de usar el peso para mitigar el riesgo, Alejo Czerwonko, inversioni­sta de mercados emergentes de UBS Wealth Management, apuesta a la caída de una canasta de divisas de las economías desarrolla­das para compensar el desempeño de monedas como el real, el rublo ruso y el rand sudafrican­o. “Cuesta mucho encontrar una sola divisa con la cual expresar un punto de vista sobre una decena de países y en realidad no tengo una respuesta sobre cuál puede ser el próximo” barómetro, manifestó Czerwonko.

En cuanto al peso, no prevé un repunte en un futuro cercano. “La volatilida­d está aquí para quedarse”, asevera.

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Una casa de cambio en Nueva Yorl muestra la tasa de cambio entre el peso mexicano y el dólar estadounid­ense a enes de enero.

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