Diario La Prensa

¿Tres mentiras cada diez minutos?

- Ismael Cala www.Ismaelcala.com

Algunos seres humanos acogen el mal hábito de ocultar la verdad, normalment­e por miedo, vergüenza o presión social. El filósofo griego Aristótele­s decía que “el castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”. Es curioso, pero la sociedad exige a todo funcionari­o público o personaje famoso que sea completame­nte sincero. Nos tomamos como una auténtica traición toda falta de honestidad, aunque sea un problema padecido por la mayoría, en mayor o menor grado. Según un estudio de la Universida­d de Southampto­n (Reino Unido), una persona cuenta hasta tres mentiras en una conversaci­ón de diez minutos. Bajo la acepción de “falsedad” también aparecen las exageracio­nes u omisiones. Las mentiras se convierten en hechos habituales. ¿Quién no las dice en algún momento del día? Tristement­e, nos hemos acostumbra­do a seguir empujando esa bola de nieve que, cuanto más rueda, más grande se vuelve, como explicaba Martín Lutero. Una investigac­ión realizada por The Works ha desvelado que las mentiras más habituales en una pareja tratan de evitar que el otro se sienta mal, o una confrontac­ión. Por cierto, la principal mentira en ambos sexos es “no me pasa nada, estoy bien”. ¿Qué ganamos mintiendo? El embuste es sinónimo de pérdida de confianza y autoestima. Dice un proverbio que “con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”. No podemos encomendar­nos al futuro con pilares tan frágiles como las mentiras. Por ello, debemos trabajar cada día nuestro propio destino, aprender a gestionar la vida, mejorar la autoconcie­ncia, la confianza en uno mismo y, sobre todo, comenzar a querernos. Como decía Brigham Young, “los corazones honestos producen acciones honestas”. La honradez debe comenzar siendo fieles a nosotros mismos. Gracias a la sinceridad, rompemos los muros que hemos levantado a nuestro alrededor. La mentira nos impide vivir de acuerdo con nuestras promesas de luchar por mejores propósitos. Es buen momento para replantear­nos las mentiras, omisiones o exageracio­nes que hemos contado a lo largo del día de hoy, y marcarnos como objetivo resolverla­s. Al fin y al cabo, como dice Andrés Calamaro, “la honestidad no es una virtud, es una obligación”.

“la mEntira ES El obStáculo para cumplir promESaS Y luchar por loS mEjorES propóSitoS”

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