Cita con la patria
L uego de casi cuarenta años de ininterrumpida vida democrática, la patria nos convoca de nuevo para que seamos protagonistas, el próximo fin de semana, de nuestro propio destino. Desde muy temprano, hombres y mujeres de todos los puntos de la geografía nacional se encaminarán hacia los centros de votación para expresar en las urnas su voluntad soberana. Ahí, ante el voto, cada ciudadano o ciudadana manifiesta en conciencia a quien cree él o ella debe darle –en el nivel primario– el poder para seguir el camino y llegar al triunfo el último domingo de noviembre, y tomar las riendas de la nación en enero para que la guíe por los senderos del desarrollo y de la paz. La democracia representativa brinda al pueblo la posibilidad de intervenir directamente en la vida nacional a través del sufragio. Esa posibilidad contrae una enorme responsabilidad, porque en cada elección se delega en las manos de aquellos que resulten favorecidos como alcaldes, regidores o diputados el gobierno del país, que es propiedad de todos. A esta cita del próximo domingo Honduras espera que acudamos todos. Participar en una contienda de esta naturaleza es un deber cívico, una obligación moral. Sería un gesto de desamor a la patria optar por la indiferencia, por la indolencia, por la pereza. Encima, cuando una persona se autoexcluye de un proceso como este, pierde todo derecho a reclamar después si es que aquellos que llegan a triunfar no satisfacen las expectativas y no cumplen con las promesas hechas durante las campañas. Si un individuo deja que otros decidan por él, queda obligado a guardar silencio y a aceptar las decisiones que vayan a tomarse, puesto que no hizo oír su voz y prefirió ceder su representación a otros. Habrá quien considere que no vale la pena participar en un proceso interno y que son las elecciones generales las que ameritan su concurso. Nada más lejos de la verdad. Es en las elecciones de primer grado, como éstas, en las que se escogen los hombres y las mujeres que luego optarán a los cargos de elección popular. Éste es el tamiz que permite seleccionar a los mejores para ponerlos más cerca de las posiciones desde las que se decidirá el futuro de la nación. En Honduras, además, desde que se estableció el voto domiciliario, los centros de votación están muy cerca de nuestras casas. En la mayoría de los casos, son pocos pasos los que hay que dar para llegar a la urna en la que debemos depositar la papeleta con los candidatos de nuestra predilección. Demos una muestra de civismo. Acudamos a esta cita de amor con Honduras.