La lección de Tony Blair para Trump
nacional de atención de la salud y que existía un peligro –explotado más efectivamente en un cartel que inducía al temor– que los refugiados sirios abrumarían al Reino Unido. Sin embargo, no hubo una avalancha de refugiados sirios.
“Nada de esto”, concluye Blair, “ignorar los retos que cebaron el enojo para el voto por el ‘brexit’: quienes se rezagaron por la globalización; las consecuencias de la crisis financiera; los ingresos estancados para algunas familias, y las presiones planteadas por los grandes incrementos en la migración, lo que hace que gente perfectamente razonable esté ansiosa y luego sienta que no la escuchan en su ansiedad”. Eso es cierto también en Estados Unidos. Trump no está equivocado en todo. Sí necesitamos arreglar nuestra relación comercial con China, la cual se ha aprovechado de parte de nuestra apertura. Los miembros de la OTAN deberían pagar su parte justa por estar en la alianza. Sí necesitamos reconstruir nuestra infraestructura y aprobar una desregulación sensata. Es lo que Trump cree –pero que probablemente está equivocado– lo queamímeasusta.Comoquelasimportaciones de México y China –no los robots, ni los programas informáticos y la automatización – son las grandes culpables de llevarse los empleos de la clase media; que nos estamos saturando con los inmigrantes de México, cuando que hoy, la inmigración de ese país es, realmente, nula (la mayoría de los inmigrantes están llegando de Estados fallidos en América Central, y México, la segunda fuente más grande de turistas que gastan dinero en nuestro país, juega un papel clave para detenerlos); que el cambio climático es una estafa y que deberíamos reducir las reglas sobre emisiones de las plantas de electricidad a base de carbón para restablecer los empleos carboníferos e ignorar las implicaciones de largo plazo para la salud y el impacto en los empleos en energía limpia, mejor remunerados; que la clave para restablecer los empleos de la clase media no es invirtiendo en las personas, la atención de la salud, la infraestructura y el aprendizaje durante toda la vida, sino, más bien, imponiendo un impuesto fronterizo. Y que la Unión Europea, la OTAN, el Acuerdo Transpacífico y el TLCAN son solo pilares obsoletos de un “Estado administrativo” mundial y opresivo al que se necesita desmontar,enlugardelospilaresdeunorden democrático liberal con el que se han globalizado nuestros valores, nuestras normas y nuestros estándares, para nuestro gran beneficio.
Como dijo Blair sobre la Unión Europea: “En el largo plazo, ésta es, esencialmente, una alianza de valores: libertad, democracia y Estado de derecho.¿Amedidaquecambiaelmundoytrasciende las fronteras de culturas y países, ¿qué valores regirán en el siglo XXI? Hoy, por primera vez en mi vida adulta, no está claro que la resolución de esta interrogante será benigna. Gran Bretaña, debido a su historia, alianzas y carácter, tieneunpapelúnicoquejugarenasegurarque sí lo sea”. Lo mismo con Estados Unidos. Sin embargo, la difusión de esos valores no anima a Trump. Para él, el mundo es un mercado inmobiliario en el que se gana y se pierde. En el corto plazo, es posible que acumule algunas victorias. Sin embargo, Estados Unidos se hizo tan próspero y seguro como es ahora por construir un mundo a nuestra imagen; no solo un mundo en el que somos los únicos ganadores.
El “brExit” y El trumpismo arguyEn quE abandonar o disminuir todo Eso a favor dE un nacionalismo Económico hará quE lEs vaya mEjor a gran brEtaña y Estados unidos.