Viaje a Washington
El viaje, muy productivo, del presidente Juan Orlando Hernández a la capital norteamericana, que en principio sorprendió y fue ubicado en el contexto de acontecimientos sobre los cuales se centró interés nacional la semana pasada, atrajo la atención a medida se desarrollaba la agenda en las altas esferas de la administración del presidente Donald Trump. Para consolidar el compromiso de la “responsabilidad compartida” y de la política de buena vecindad, el mandatario hondureño abordó temas de seguridad, migración, inversión, ya identificados en el Plan Alianza para la Prosperidad, sobre el que se acordó un encuentro en los próximos meses. Tanto en la reunión con el secretario de Seguridad Nacional de EUA, John Kelly, y con el vicepresidente estadounidesne, Mike Pence, el mandatario hondureño dialogó sobre temas estrechamente relacionados e identificados en la agenda de las relaciones con Washington. La estabilidad y tranquilidad de los hondureños que viven en el país del norte, temerosos por las redadas y las deportaciones vía exprés tal como se ha venido publicando a raíz de las declaraciones generalizadas en la administración Trump. Hubo tranquilidad que fue transmitida por el presidente Hernández al señalar que recibió la explicación de que la mira de las autoridades migratorias está puesta en la deportación de quienes tienen problemas con la ley, lo cual proporciona un cierto grado de tranquilidad, aunque la rigurosidad en la aplicación de la ley puede ser una excusa para las deportaciones. Tan importante como velar por los compatriotas que se hallan en la Unión Americana es crear las condiciones en nuestro país para que disminuya el flujo migratorio con la vista puesta en la seguridad y el empleo, en la convivencia armónica y el trabajo como los ejes sobre los que gira, en estos momentos, la supervivencia de miles de familias hondureñas que anhelan adentrarse, aunque solo sea unas pulgadas, en el ámbito de la calidad básica de vida. Y ello es responsabilidad de los hondureños, pero también de la potencia del norte, porque “si hay violencia, si hay inestabilidad, si no combatimos juntos este flagelo que produce el narcotráfico y las maras, es de mucho riesgo para Estados Unidos”, explica el presidente hondureño tras reunirse con el vicepresidente en la Casa Blanca, quien reconoció los progresos en los dos últimos años y certificó que el mandatario “es un buen amigo y aliado clave”. Extraídas del ambiente diplomático y cordial, propio de la cortesía de visitante y visitado, las declaraciones, promesas y propuestas a desarrollar exigen una continuidad en el marco de las relaciones amigables y fructíferas entre los dos países. Los exabruptos o los malos entendidos deben desaparecer para dejar espacio al diálogo y entendimiento, y dar respuesta oportuna, eficaz y ágil a las responsabilidades compartidas.