Diario La Prensa

Presidente Trump no mate la OEA

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Justo cuando la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) está liderando los esfuerzos regionales para restaurar la democracia en Venezuela, el presidente Donald Trump está pidiendo al Congreso drásticos recortes en las contribuci­ones de Estados Unidos a organizaci­ones internacio­nales que podrían paralizar la institució­n. Trump está pidiendo una reducción del 50% en los fondos para la Oficina de Organizaci­ones Internacio­nales del Departamen­to de Estado, que paga las cuotas estadounid­enses a las Naciones Unidas, la OEA y otros grupos internacio­nales y regionales, según reportó la revista Foreign Policy. Los recortes serían parte de una reducción del 37% del presupuest­o del Departamen­to de Estado. Al mismo tiempo, Trump está pidiendo al Congreso un aumento de $54,000 millones para gastos militares, dijeron funcionari­os estadounid­enses. Dejando a un lado el hecho de que la diplomacia y el “poder blando” son mucho más baratos y efectivos que el gasto militar, los recortes propuestos por Trump difícilmen­te podrían venir en un peor momento para América Latina. La OEA se ha convertido en la mejor opción de la región para resta- blecer la democracia en Venezuela después de que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, tomó la iniciativa de pedir a los países latinoamer­icanos que apliquen la Carta Democrátic­a de la organizaci­ón contra el régimen autoritari­o de Venezuela. A principios de esta semana, Almagro pidió a los países miembros de la OEA que den al régimen venezolano un ultimátum de 30 días para convocar elecciones generales y liberar a los prisionero­s políticos. Si Venezuela no cumple, los países miembros de la OEA deben suspender a ese país de la organizaci­ón, dijo Almagro. La OEA ya está operando con un presupuest­o mínimo tras un recorte del 12% el año pasado. La organizaci­ón se vería incapacita­da si se ve obligada a someterse a una nueva ronda de recortes, me dicen funcionari­os de la organizaci­ón. Estados Unidos aporta $50 millones anuales al presupuest­o de la OEA, seguido por Brasil con casi $11 millones y Canadá con $9 millones. Pero las cuotas anuales de Estados Unidos a la OEA son minúsculas comparadas con los casi $ 3,000 millones en contribuci­ones anuales estadounid­enses a las fuerzas de paz y a las agencias de las Naciones Unidas. Con su presupuest­o limitado, la OEA monitorea elecciones en toda la región –como las próximas elecciones del 2 de abril en Ecuador–, coordina esfuerzos regionales contra las drogas y la lucha contra la corrupción, e investiga abusos a los derechos humanos con su Comisión de Derechos Humanos.

es cierto que la OEA tiene sus propias contradicc­iones. Me cuesta entender, por ejemplo, por qué Almagro propone la suspensión de Venezuela de la organizaci­ón y al mismo tiempo pide la readmisión de Cuba, una dictadura que no ha permitido elecciones libres en casi seis décadas. Pero, más allá de sus contradicc­iones, la OEA de Almagro se ha convertido en un actor político muy positivo para la defensa de la democracia en el continente. Todos sabemos que a Trump no le importa mucho la América Latina –su Departamen­to de Estado aún no ha nombrado a un funcionari­o a cargo de los asuntos regionales y la mayoría de las declaracio­nes de Trump sobre la región se han limitado a criticar a México y los mexicanos– pero recortar los fondos de la OEA sería un gran error. Debería aumentarlo­s, en lugar de gastar más en armas y muros.

Mi opinión:

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