Voluntarios,
tiene para ella una especial relevancia tras la llegada de Donald Trump al poder en EUA, ya que los mexicanos se están “quejando” del trato que se da a los connacionales en ese país pero en México “se trata muy mal a los migrantes”, y muchos de ellos pasan aquí “la peor parte del viaje”.
Pocas horas después de que Sofía llegara al albergue, se escuchó el pitido que anuncia la llegada de La Bestia, por lo que ella y su esposo corrieron junto con el resto de volunta- rios a repartir la comida. Ese momento fue “impactante”, y le impresionó especialmente ver cómo algunos de los migrantes que ya habían podido agarrar víveres rechazaban recibir más bolsas, para cedérselas a sus compañeros.
El dormitorio de los voluntarios del albergue registra un cupo lleno en estas vacaciones; en él están un grupo de once estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de la capital mexicana.
Su motivación para venir fue “principalmente el problema que hay ahorita con Trump, y entender la migración desde dentro, desde México”, señala Josué Rodríguez, estudiante de Etnología.
Su compañera Lucía Gaona, de la misma carrera, coincide en que esta experiencia ayuda a conocer más sobre el trayecto que realizan los migrantes, y destaca en que le llamó mucho la atención que se tratara de una “organizacióndemujeres” que, además, ayudan a la comunidad.
Los documentales sobre las Patronas dan una visión general, pero estar con ellas es “muy diferente”, porque hay que estar atento y realizar muchas tareas aporta Josué: “Estar llevando la comida, tener cuidado con el tren que va a una velocidad muy rápida (...) es un trabajo de todo el día, sí es muy muy duro”.
Para las Patronas, que la gente se acerque al albergue supone un aspecto más de su tarea para “concientizar a la juventud”, comenta Norma Romero. “Alguien me decía alguna vez: ¿cómo vas a cambiar el mundo? Y yo creo que el cambio está en cada una de las personas”, valora esta Patrona, que ejerce como portavoz del grupo.
La experiencia del voluntario de ayudar en el albergue, defiende, “no solamente le hace bien al migrante, sino también le hace bien a la sociedad civil, porque se integra, porque conoce, porque vive”.