Diario La Prensa

Aborto, elección

- JUAN CARLOS OYUELA

Podemos y debemos adoptar soluciones congruente­s con la dignidad y el valor de todo ser humano. Lo que queremos es una sociedad y unas políticas que ayuden a las mujeres que tienen dificultad­es para llevar a término el embarazo eliminando las dificultad­es, no al hijo. La retórica abortista contiene una verdad que muchos abortistas olvidan. El aborto es una cuestión de elección. Pero no es una “elección” a la que se enfrenta una mujer sola en el ejercicio de sus derechos individual­es. Es una elección a la que nos enfrentamo­s todos los ciudadanos de Honduras. Y la opción que tomemos, deliberada y democrátic­amente, será una respuesta elocuente a estas dos preguntas: ¿qué clase de sociedad somos?; ¿qué clase de sociedad seremos? Si abandonamo­s el principio del respeto a la vida humana, haciendo depender el valor de una vida a que alguien la considere valiosa o deseada, nos convertire­mos en un determinad­o tipo de sociedad que tal vez no es la que deseamos la mayoría de los hondureños. Al igual que la esclavitud, el aborto plantea las más elementale­s cuestiones sobre la justicia, que no se pueden eludir, ni se pueden resolver mediante una decisión personal: ¿Quién merece ser protegido? ¿A quién se reconocen sus derechos? ¿A quién se respeta su dignidad humana? ¿Del bienestar de quién se responsabi­liza la sociedad? Estas preguntas entrañan profundos temas de moralidad personal y pública. Su solución -y el modo como se debatan- definirán la Honduras de los próximos años. Podemos optar por reafirmar nuestro respeto a la vida humana. Podemos optar por volver a extender nuestra protección a todos los miembros de la familia humana, incluidos los no nacidos. Podemos optar por prestar atención efectiva a madres e hijos. En sus manos, estimados representa­ntes del pueblo, está la decisión de optar por promover una sociedad con justicia inclusiva para todos.

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