Diario La Prensa

México lidera en derechos humanos

- AndrésOppe­nheimer opinion@laprensa. hn

Cuando escuché que México está liderando la ofensiva diplomátic­a en la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) para restaurar la democracia en Venezuela, me costó creerlo. Pero, sorprenden­temente, así es, y, al margen de sus motivacion­es, se trata de algo que puede tener derivacion­es muy positivas. El nuevo activismo prodemocrá­tico de México es un giro mayúsculo de la tradición de tolerancia con las dictaduras del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) del presidente Enrique Peña Nieto. Si es algo más que una estrategia del presidente mexicano para cortejar al presidente Trump antes de las negociacio­nes de libre comercio entre Estados Unidos y México, podría tener un gran impacto en la defensa colectiva de la democracia en la región. “México, seguido por Canadá, ha sido el líder del nuevo esfuerzo regional en la OEA para restaurar la democracia a Venezuela”, me dijo José Miguel Vivanco, director de la división de las Américas de la organizaci­ón Human RightsWatc­h. “Tiene un peso político enorme en la región, porque ha logrado ayudar a mover a gobiernos como los de Brasil, Chile y Uruguay en la dirección correcta”. Durante los 71 años seguidos en que gobernó en el siglo XX, el PRI se caracteriz­ó por su negativa a condenar a las dictaduras bajo el pretexto de defender el principio de no intervenci­ón. En realidad, el PRI usaba ese principio como escudo para evitar que otros países examinaran sus propios abusos contra la democracia y los derechos humanos. Desde la Revolución Cubana de 1959, los gobiernos del PRI de México fueron una importante fuente de apoyo a Cuba. Es cierto que hubo excepcione­s, como ocurrió durante el gobierno priista del ex presidente Ernesto Zedillo en 1999. Y México se alejó más de Cuba cuando el candidato opositor Vicente Fox asumió la presidenci­a en el 2000, y su secretario de Relaciones Exteriores Jorge Castañeda apoyó a las ofensivas diplomátic­as a favor de la democracia en la región. Pero después que Peña Nieto ganó las elecciones de 2012 y el PRI volvió al poder, México volvió a su vieja política exterior. El año pasado, Peña Nieto pronunció un discurso lleno de elogios al dictador cubano Fidel Castro durante su funeral en Cuba, describién­dolo como “un ejemplo de dignidad”. Dos años antes, Peña Nieto había condonado el 70% de la deuda de Cuba a México. Pero ahora, Peña Nieto está liderando los esfuerzos regionales en la OEA en el caso de Venezuela. El secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, pidió a fines del mes pasado que Venezuela permita elecciones libres. Poco después, México redactó una inusualmen­te fuerte resolución de la OEA, aprobada el 28 de marzo, que pedía “la restauraci­ón total de los valores democrátic­os en Venezuela”.

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Miopinión:

Cualquiera sea el motivo del giro de México, bienvenido sea. Si el resultado final es una decisión mexicana de dejar atrás su apoyo a las dictaduras y abrazar el principio de no indiferenc­ia a la violación de los acuerdos regionales para la defensa de la democracia, es un paso muy positivo. Sería genial que Peña Nieto aplicara su nuevo entusiasmo por la defensa de la democracia también en el caso de Cuba, revirtiend­o sus lamentable­s declaracio­nes en La Habana el año pasado, y si mantuviera su nuevo rumbo sobre Venezuela más allá de las negociacio­nes comerciale­s con Estados Unidos. Le haría un gran servicio a México, y a las Américas.

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