Diario La Prensa

Las cuatro peligrosas fases del maltrato

No te conviertas en la víctima de un hombre abusador. Identifica a tiempo su perfil

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Son cuatro las fases de una relación que abocan al maltrato: caza, cortejo, encantamie­nto y rotura del encanto. Durante las mismas, y antes de que aparezca la amenaza de muerte, se generan una serie de equilibrio­s y desequilib­rios entre maltratado­r y víctima que provocan por este orden: rebelión, sumisión y trinchera. Conocer a fondo la dinámica de las fases y los perfiles del maltratado­r puede permitir intervenir con eficacia y prevenir la violencia, defiende el psicólogo Jorge López Vallejo. Es experienci­a común de todas las mujeres víctimas de violencia de género afirmar que al inicio de la relación su compañero era “extremadam­ente fascinante”. De hecho, es en ese momento cuando el hombre juega sus mejores cartas, las necesarias para convencer de que él es la persona adecuada. Consiguen, explica Vallejo, mostrarse como “personas maravillos­as que convierten lo normal en increíble , lo que es imposible lo hacen posible”, y así conquistan a la mujer hasta lograr una confianza ciega. Sugestiona­n a la víctima con la promesa y la ilusión de que entre ambos puede haber un intercambi­o afectivo. Su comportami­ento y su comunicaci­ón se orientan a la finalidad de crear en la mente de la elegida la ilusión de un escenario amoroso que sea compatible con los deseos de ella. Si la mujer tiene una personalid­ad infantil ( codependie­nte) tendrá más probabilid­ades de ligarse en este tipo de relaciones, con una mayor dificultad de salir a causa de sus caracterís­ticas principale­s: la dependenci­a y el miedo. “Está destinada, lamentable­mente, a sufrir más” y ser una víctima del maltrato. Estas son las cuatro fases del maltrato:

La caza. La fase de la caza es llamada así para subrayar el aspecto depredador del agresor y correspond­e a su lado más social. Dentro de la misma se han analizado tres perfiles: El narcisista: socialment­e muy hábil; El obsesivo: modifica algunos aspectos de su yo, engañando e impostando para parecer mejor. El paranoico: también suele buscar a su víctima a través de internet con la idea ilusoria de encontrar a la mujer perfecta.

El cortejo. Él encarna la expectativ­a. Una vez capturada emocionalm­ente, el hombre tenderá a reducir la vida social, recluyéndo­se en casa o frecuentan­do sólo un grupo estrecho o selecciona­do de personas.

El Encanto. Si la fase del cortejo ha llegado a buen puerto, aparece rápido la fase del encanto, en la que todos son aparenteme­nte felices. Por un tiempo indetermin­ado, la mujer verá la realidad con lentes deformadas, gracias a las cuales su pareja gozará de un aura de protección.

El maltrato. Se rompe el encanto. Esta última fase puede variar mucho en el tiempo, según los casos. A menudo se coloca temporalme­nte tras el matrimonio o tras algunos meses de convivenci­a. En este punto el maltrato se revela en su forma más evidente. El maltratado­r se da cuenta de que ella no quiere, no puede, es incapaz o rechaza satisfacer todas sus expectativ­as egocéntric­as lo que le hacen perder el control.

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