El voto joven, la esperanza
A los jóvenes poco les importa o muchos ni siquiera saben que el hecho de votar en nuestro país es obligatorio; a los jóvenes no les convence que exista una disposición que los obligue, a ellos los entusiasman otras cosas, lo novedoso, lo raro, lo que se sale de lo normal. Así que lo candidatos políticos que desean cortejarlos deben poner su énfasis allí, en esas cosas, y partiendo, de que la población joven en edad de votar en nuestro país es enorme, los políticos tienen que ingeniárselas para conquistarlos. Solo hay candidatos, no candidatas, así que el sexo no jugará un papel animador y de controversia, las mujeres simplemente no están en contienda, todo se reduce a hombres; en cuanto a edad, lo cual es muy importante, hay dos candidatos que podrían ser capaces de acercarse a los jóvenes tratando de interpretar sus deseos y sus propias vivencias, porque para sacar a los jóvenes de la apatía y el desinterés en esta época se necesitará más que cancioncitas pegajosas y discursos eufóricos. Los jóvenes esperan más. Cuando una mujer se postula no deja de causar revuelo, pues nor- malmente se les margina al hogar, pero en esta ocasión la única mujer que se postuló no logró la simpatía de los liberales. Son épocas de cambios, cambios que también se experimentan en la política, las sorpresas surgen por todos lados alrededor del mundo en política y los ganadores normalmente tienen no sé qué, que los otros no tienen. Hablamos de los que vienen de afuera, autsider como le llaman en Estados Unidos. Estos “autsider” no existen en esta oportunidad, aunque hayan candidatos que se proclaman de afuera, que dicen no provenir de la estructura política tradicional, no es cierto, todos vienen de viejos feudos caudillistas de los partidos reconocidos y de los partidos nuevos o emergentes, lo único nuevo son sus peleas internas, pero la novedad poco a poco la han ido perdiendo. Lo que aún subsiste es el discurso confrontativo y aquí hay que tener mucho cuidado, pues aunque funciona para los políticos, el exceso cansa, desgasta y frustra. Muchas veces se gana más reconociendo en el contendor algún mérito, que cerrándose por completo a sus logros y solo reafirmando lo negativo. Se puede afirmar lo positivo y dando esperanzas de mejorarlo más, así como se puede señalar lo negativo sin caer en el pesimismo, porque hay candidatos que nacieron un día sin sol o en una noche de tormentas, solo negativamente hablan, solo de problemas pueden dar un discurso, pero no plantean soluciones, pero no encuentran por ningún lado un incentivo que les haga creer y los jóvenes necesitan creer, creer en algo, creer en alguien, en una propuesta. Las palabras cambian las cosas y también los ánimos. No es lo mismo que le digan a usted que compre un seguro de vida a que le digan que compre un seguro de muerte. La muerte es lo seguro, la vida es solo el gancho que entusiasma y genera simpatías, pues en política no es muy distinto. En un país tan violento, con violencia en las calles, con violencia en el hogar, con violencia en las escuelas y universidades, recetar a los jóvenes la confrontación o el pesimismo como fórmula de triunfo solo puede acrecentar la apatía y esfumar el poco entusiasmo que puedan tener por la política.
Presentar a los jóvenes el Pesimismo como fórmula es ahuyentar el Poco entusiasmo que tienen