Coladeras carcelarias
Los esfuerzos del Ejecutivo por devolver la gobernabilidad y retomar el control del obsoleto y corrupto sistema penitenciario de Honduras se han visto opacados por las recientes fugas en la Penitenciaría Nacional de Támara, en el centro de menores Renaciendo y en otros penales del país. Posiblemente esto obedezca a que los presidiarios, que hasta ahora vivían a sus anchas y con todo tipo de lujos que les dejaban sus actividades criminales, sientan que su reinado de terror se está acabando y han preferido huir antes que ir a parar a las temidas cárceles de El Pozo y La Tolva. Sin contar con los siete meno- res infractores que se fugaron este viernes de Renaciendo, ya son más de 60 los reos que se han escapado de diferentes prisiones del país. El caso que más ha despertado la atención es la espectacular evasión de al menos 18 peligrosos pandilleros de la mara 18 que purgaban condenas en el principal centro penitenciario de Honduras. Lo insólito es que los reos no durmieron a nadie, no saltaron muros ni abrieron túneles para huir al mejor estilo del Chapo Guzmán, sino que salieron tranquilamente por los portones principales y evadieron las aduanas internas y las garitas militares que están en la calle que comunica el penal con la carretera CA-5. Las primeras indagaciones hablan del reparto de un millonario soborno de entre 10 y 15 millones de lempiras a autoridades, custodios y demás personal del presidio. Sea esto verídico o no, lo cierto es que el caso ha tenido un pésimo manejo por parte de las autoridades penitenciarias, ya que a la fecha no hay informe oficial de la fuga, lo que ha despertado las dudas y las conjeturas de los medios de comunicación. Por estas y otras razones, los cambios en el sistema deben ir acompañados de la depuración de su corrupto personal.
“Posiblemente las fugas obedezcan a que los reos sienten que se les acabó su reino de terror”