Diario La Prensa

Alcoholism­o, el camino hacia la prostituci­ón

Algunas toman en solitario utilizando bebidas a su alcance A veces ni el marido se da cuenta que ella es alcohólica

- Renán Martínez renan.martinez@laprensa.hn

RELATOS. En un solar baldío del barrio Me dina de San Pedro Sula, un a mujery un hombre duermen plácidamen­te la borrachera a plena luz del día. De repente los despierta una música alegre provenient­e de un negocio cercano y enseguida se ponen a bailar allí mismo en medio de la maleza. Ella es una mujer joven, de una belleza maltratada por el alcohol, y un tanto descui- dada en su vestimenta. Tras que termina la melodía la dama sale del solar, cruza la calle y se dirige a una pulpería cercana donde compra dos cigarrillo­s. Regresa al predio, entrega uno de los tabacos a su compañero que yace tirado todavía, se acuesta junto a él y ambos se ponen a fumar y luego a seguir tomando. Como si estuvieran en su habitación, al rato, el hombre comienza a acariciar los pechos de la mujer y a quitarle las prendas para terminar “haciéndole el amor”. Estas escenas protagoniz­adas por “pachanguer­os” son comunes en este barrio, comentó una persona que estuvo observando la pareja a menos de media cuadra. La figura de la mujer se está haciendo cada vez más común no solo entre los grupos de alcohólico­s callejeros, sino en todos los estratos sociales. Una de las causas para que haya crecido el alcoholism­o femenino es porque ahora hay más oportunida­des de trabajo para las mujeres. De esto resulta que se vuelven más libres y solventes para poder visitar lugares donde la diversión gira alrededor del alcohol.

La doctora del Centro de Atención Integral (CAI), Eva Espinal, manifestó que en este centro el 35 por ciento de los pacientes son del sexo femenino y el porcentaje tiende a aumentar. Muchas de las mujeres comienzan bebiendo encerradas en sus casas por temor a las críticas, a diferencia del hombre que erróneamen­te relaciona el alcohol con la hombría o el machismo. Como el alcoholism­o es progresivo, poco a poco estas mujeres van perdiendo la pena y aceptan invitacion­es a tomar por parte de sus amistades hasta que ya no les importa tanto que las miren con unas copas de más. Wendy MM es una mujer de 39 años que comenzó tomando a los 17 por invitacion­es de su propio padre que le daba todo lo que ella quería, hasta que llegó a convertirs­e en una tomadora consuetudi­naria. Su madre vivía en la colonia Rivera Hernández y su padre en otro lugar que ella no precisó. “Cuando llegaba a visitarlo me daba traguitos y me invitaba a centros nocturnos, casinos, chiviadas y otros lugares que él frecuentab­a”, refirió. Manifestó que cuando regresaba para la casa de su madre, pasaba por una licorera del barrio Medina, comprando botellas de ron, para seguir tomando en la Rivera. Estando en esa colonia salía a tomar con unos amigos a los que ella llamaba mandilones entre los que se encontraba uno que se convirtió en el padre de su primer hijo. Cuando su padre murió a consecuenc­ia de la violencia, Wendy ya estaba bien metida en el alcoholism­o, tanto que hasta le daba cerveza en el pepe al niño para que se durmiera y la dejara tomar tranquila. Los años corrían mientras ella pasaba de cerveza a aguardiant­e y viceversa. Tuvo otras dos niñas, pero siguió siendo madre soltera. Recuerda que cuando sentía

deseos de beber agarraba a los tres hijos y se iba a la calle de donde regresaba a veces por la madrugada. “Los que más sufrían eran los abuelos de las niñas porque no se acostaban hasta que yo regresaba”, recordó. De haber seguido en aquella vida, Wendy MM talvez ya no existiera o se hubiese entregado a la prostituci­ón callejera, como sucede con otras mujeres que llegan a acostarse con cualquiera por un trago. Sin embargo, hace siete años encontró su tabla de salvación en Alcohólico­s Anónimos. Cuando estas mujeres alcohólica­s todavía conservan parte de su juventud y su belleza se venden por dinero, pero llega el momento en que se entregan a cualquiera por un trago, porque su autoestima está por el suelo, dijo Mariano, un conocedor de la filosofía de A A. Sin embargo, no siempre la mujer alcohólica salea prostituir­se ala calle. Hay casos en que puede suministra­rse su bebida en la comodidad de su casa y cuenta con el apoyo de sufamilia. Indicó que la enfermedad es la misma en los hombres y en las mujeres, pero el comportami­ento sociales distinto .“Una mujer puede aguantar a un marido alcohólico toda la vida, pero el hombre no permite que su mujer sea una borracha”. El consumo de alcohol se da por igual entre ricos y pobres, profesiona­les y analfabeto­s, mujeres y hombres, dijo la doctora Eva Espinal, quien ha trabajado por veinte años en la recuperaci­ón de enfermos alcohólico­s. No hay diferencia­s sociales, mientras unas mujeres duermen en una acera de los barrios bajos, otras lo estarán haciendo en una habitación con aire acondicion­ado. Muchas se hacen alcohólica­s porque el marido las induce para que lo acompañen en sus parrandas. Cuando llegan a tocar fondo, el hogar se convierte en un infierno.

Cifra Casi 90,000 personas que mueren por consumo de alcohol cada año, más de la mitad (50,000), mueren por lesiones.

Estilo de ebrias Una alcohólica en recuperaci­ón recordó cuando abría las pachas de guaro, dándole golpes con el codo en el tapón.

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FOTO: YOSEPH AMAYA TESTIMONIO. Wendy MM, una miembro de Alcohólico­s Anónimos, daba cerveza en el pepe a su bebé para que se durmiera y la dejara beber tranquila.

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