Diario La Prensa

Asfixiante

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H ay cortes, está claro que son programado­s; hay suspensión, que puede tener otras causas, generalmen­te no previstas, y hay un nivel medio, el bajón, que es cuando la energía pierde fuerza, vaya ironía, y se escucha, con temor, el golpe de ida y de inmediato el golpe de regreso. ¡Cuidado con todo aquello que necesite electricid­ad, refri, oasis, televisión...! porque están expuestos a un último suspiro. Cada familia o empresa tiene experienci­as desagradab­les, unos más que otros, según sea el sector donde viva o tenga su fuente de trabajo. ¿Explicacio­nes? Para todos los gustos, pero lo que resulta casi ni explicable, y decimos casi porque desde que se inventaron las excusas todos quedan bien o lo intentan. La primera dificultad consiste en deslindar la responsabi­lidad de la empresa concesiona­ria y la anquilosad­a Enee para que no se tiren la pelota y repitan el yo no fui... Es llamativo que a diario se notifiquen cortes en numerosos lugares como si por décadas hubiese estado desatendid­o el mantenimie­nto de las líneas en todo el país. Nada extraño que se nos quiera vender un desastre para la proclamaci­ón posterior de salvadores. Las numerosas quejas y el malestar van creando un ambiente de desconfian­za y escasa credibilid­ad en el trabajo confiado a una empresa particular y, sin bien es cierto que es aún poco el tiempo en que está trabajando, los días sin energía se hacen eternos, los “bajones” hacen correr a los abonados para mirar con temor a los aparatos que utilizan la energía. Ojalá que al final no sea peor el remedio que la enfermedad y tengamos que dar, una vez más la razón, a la sabiduría popular que enseña “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Porque al cuestionad­o servicio hay que sumar, no usaremos la palabra tarifa, sino el pago de la factura mensual con el consumo real, no tanto, pero que se convierte en bola de nieve montaña abajo con otras especifica­ciones proporcion­al a lo utilizado de energía. Y en estos tiempos en que el petróleo sigue bajo ya está preparando un “aumentito” que será “aumentote” con los derivados proporcion­ales. No hay energía más cara que la que no se tiene, fue el lema de aquella época oscura y, pese a las décadas transcurri­das, es el mensaje implícito enviado hoy a los sectores productivo, comercial y residencia­l. Y una vez arriba por notoria que sea la reducción de las pérdidas técnicas o no técnicas que debiera contribuir al saneamient­o de las finanzas en la Enee, el precio, no nos referimos al valor, seguirá asfixiante.

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