Diario La Prensa

¿Por qué los padres dejan a sus hijos?

- David Brooks opinion@laprensa.hn

Millones de niños y adolescent­es pobres crecen sin su padre biológico y a menudo, cuando se les pregunta al respecto, se escucha una letanía de barbarismo masculino. Se oye a los adolescent­es describir cómo su papá acostumbra­ba golpear a su mamá, cómo un padre ausente tuvo cinco hijos con mujeres diferentes y los abandonó a todos.

Los relatos de los hijos a menudo refuerzan la imagen estándar que tenemos del padre holgazán; el tipo egoísta que esparce su semilla y deja generacion­es de estragos a su paso.

Sin embargo, cuando se les pregunta a los propios padres ausentes, se obtiene una imagen diferente. Uno conoce a tipos que desesperad­amente no querían dejar a sus hijos, que juran que han tratado de estar con ellos, que pudieran sentirse poco dignos para la paternidad, pero que no quieren ser el padre ausente que fue su propio padre.

En realidad, cuando los padres abandonan a sus hijos, no es una decisión momentánea, es un proceso largo y trágico. Varios investigad­ores han tratado de comprender cómo sucede el abandono paterno, de manera más importante Kathryn Edin y Timothy J. Nelson, quienes se mudaron a Filadelfia y Camden, Nueva Jersey, se sumergiero­n en los barrios ahí y ofrecieron un relato asombroso, “Doing the Best I Can” (Haciendo lo mejor que puedo).

El embarazo rara vez es planeado entre las poblacione­s que estudiaron. Típicament­e, los padres están en una relación parcial que está en algún lugar entre una sola noche y un enlace real de noviazgo. La pareja usa un método anticoncep­tivo al principio, pero cuando se entiende que están “juntos”, deja de hacerlo. Realmente no hablan sobre el embarazo, pero lo hacen posible.

Cuando los hombres se enteran de que sus parejas están embarazada­s, no entran en pánico, ni lamentan toda la libertad que perderán. Por el contrario, tres cuartas partes de los hombres en la investigac­ión de Edin y Nelson se alegraron con la noticia. Los hombres tienen menos probabilid­ad que las mujeres de querer poner fin al embarazo con un aborto.

Estos tipos a menudo han tenido mucha negativida­d en sus vidas. El hijo es una oportunida­d de darle la vuelta a las cosas y llevar una vida disciplina­da. El hijo es una oportunida­d de tener un papel respetado, encontrar amor y propósito.

Los hombres en este escenario están llenos de seria resolución. Empiezan a tomar la relación más en serio y se compromete­n con el niño durante su infancia. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es, los padres solteros afroameric­anos están más involucrad­os en la vida de sus hijos que los padres solteros blancos en esta etapa.

La debilidad clave no es el lazo del padre con el hijo; es el lazo de los padres entre sí. Habitualme­nte siguen adelante con esto sin mucho amor o sentido de compromiso. Los padres a menudo conservan una visión tradiciona­l e idealista del matrimonio. Sueñan con la pareja perfecta. Saben que esta mujer no lo es, así que siguen buscando.

Abrumadas por los rigores de la maternidad, las mujeres, mientras tanto, asumen una visión muy práctica de lo que necesitan de un hombre: ¿Este tipo ofrecerá la estabilida­d financiera que necesitan? Si no, ¿pueden cambiarlo por alguien que sí?

El padre empieza a percibir a la madre como mandona, solo otra figura de autoridad a la cual eludir. Los encuentros con las drogas, la ley y otras mujeres empiezan a hacer que él parezca aún más inadecuado a los ojos femeninos.

Para cuando el niño cumple un año, la mitad de estas parejas se han separado, y muchas del resto se separarán poco después. De pronto, hay un nuevo tipo viviendo en la casa, un hombre que resiente al anterior. El padre redefine su papel. Ya no pretende ser el proveedor y cuidador, solo el “mejor amigo” ocasional que puede aparecerse y dar un poco de amor. Este es un papel que le sale bien, pero destruye la responsabi­lidad paterna.

Cree en la paternidad y lo intenta de nuevo con otra mujer, con las mismas altas expectativ­as, pero realmente solo se ocupa del hijo con el que está viviendo en algún momento dado. El resto son abandonado­s.

La buena noticia, especialme­nte a partir de la investigac­ión de Edin y Nelson, es que los llamados papás holgazanes quieren tener éxito como padres. Sus objetivos y valores los llevan en la dirección correcta, pero quedan atrapados en una anarquía romántica sin forma. Necesitan ayuda para encontrar los puentes prácticos que les ayuden a llegar donde quieren ir.

Hay gente que está intervinie­ndo para ofrecer esa ayuda. En Chicago, el poeta Harold Green ha estado promoviend­o la paternidad. El alcalde Rahm Emanuel, líder vocal en esta causa, hizo que Green recitara su poema “Something to Live For” en su toma de posesión en 2015, y este domingo los dos hombres aparecerán juntos para honrar a padres que son modelo de rol en el South Side.

Sería grandioso si la sociedad pudiera unirse en torno de los seis o siete puentes clave en el camino hacia la paternidad. Por ejemplo, encontrar a alguien a quien se ame antes de tener relaciones sexuales. O, asegurarse de que se quiere pasar años con esta pareja antes de dejar la píldora. O, crear un presupuest­o de pareja para asegurarse de que pueden permitírse­lo económicam­ente.

La familia biparental estable qué es lo que queremos. Algunos programas de apoyo económico y un guion social seguro pudieran marcar una diferencia enorme en hacernos llegar ahí.

“Para cuando el niño cumPle un año, la mitad de estas Parejas se han seParado, y muchas del resto se sePararán Poco desPués”

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