La diosa Temis le lava la cara
Una nueva etapa en la administración de justicia se inauguró el pasado viernes con la declaración de culpabilidad por el delito de tráfico de influencias impuesta a Teodoro Bonilla, exconsejero y ex vicepresidente del tristemente célebre Consejo de la Judicatura, en el mediático caso “Shalom”. Tras el fallo, los jueces revocaron la medida de arresto domiciliario que gozaba el exfuncionario y exjuez, y de inmediato le impusieron la medida de prisión preventiva, enviándolo directamente a las ergástulas de la Penitenciaría Nacional de Támara. Con esto, la justicia hondureña ha mandado un claro, contun- dente y ejemplar mensaje a la sociedad hondureña y particularmente a los delincuentes de cuello blanco en el sentido que nadie está por encima de la ley y que la corrupción y los abusos del poder tendrán una justa y merecida retribución en su debido tiempo. Sobre este caso surgieron una serie de dudas por las presiones e influencias que el exconsejero logró tejer en el Poder Judicial durante el tiempo que se desempeñó en el desaparecido Consejo de la Judicatura, y que en su momento lo llevaron a ordenarle a dos juezas favorecer a dos parientes suyos que estaban acusados por almacenamiento ilegal de armas comerciales y prohibidas y por lavado de activos. Acostumbrados a los inveterados manoseos de los juicios en los tribunales de justicia y a la repartición de cartas de libertad como barajas o piezas de naipe, los hondureños esperaban que el exconsejero saliera sonriente y ufanándose de su inocencia. Sin embargo, la diosa Temis se ha reivindicado con la sociedad, declarando culpable a Bonilla, quien ahora enfrenta una pena de seis a nueve años de prisión. Aún hay mucho por hacer para devolverle la credibilidad y confianza al sistema judicial, pero sin duda este ha sido un gran paso en ese camino.
“EnElcasodE TEodoroBonilla sEhamandado un EjEmplarmEnsajE dEindEpEndEncia judicial”.