Diario La Prensa

El mejor consejo jamás recibido

- Otto Martín Wolf OttOmartin­wOlf2@gmail.cOm

A lo largo de mi vida, ya bastante larga por cierto, he leído y escuchado toda clase de recomendac­iones de cómo sacar el mejor partido al tiempo, al implacable tiempo. De todos ellos hay uno, que me llegó hace poco, el mejor consejo de todos y que desearía haber recibido hace mucho. Quizá, si lo hubiera recibido y sabido apreciar hace unas cuantas décadas mi vida habría sido diferente y a lo mejor le hubiera sacado mayor partido. No me puedo quejar, me ha ido bastante bien. He logrado ver a mis hijos llegar a la edad adulta y contemplar­los siendo hombres y mujeres de bien, honrados y buenos no solo a los ojos de un padre, en realidad son honrados y buenos. He escrito varias novelas, algunas de ellas de regular éxito, de igual manera los amables lectores de esta columna me soportan desde hace muchos años, a pesar de que a veces pienso y escribo contradici­endo sus creencias religiosas u otros temas, pero me soportan. En los negocios también me ha ido bien, me han permitido vivir una vida tranquila y darme gus- tos, algunos solo reservados para unos pocos. He viajado por todo el planeta y conocido todos los lugares bellos que vale la pena conocer, descartand­o por gusto propio aquellos horribles o indeseable­s, así como he tratado de descartar de mi vida las cosas indeseable­s y horribles. Jamás he entrado a una cantina o bar con el propósito de tomar un trago, simplement­e porque jamás he bebido, ni siquiera “socialment­e”. He sido un apasionado de las causas que me han parecido justas, por algunas de las cuales estuve - y aún ahora - estoy dispuesto a luchar y hasta morir. Me he enamorado mil veces. La primera de los brazos gordos y seguros de mi madre, también de la sonrisa cristalina de mis hijos y de mil mujeres, aunque la mayoría de ellas jamás supo de mi amor. He llorado por cosas complicada­s y también por cosas sencillas. A veces un atardecer hace que mis ojos se humedezcan tanto o más que con la partida de un amigo o un ser querido. Bajo el riesgo de parecer loco (y a lo mejor lo soy un poquito) he caminado bajo la lluvia sin importar que el agua me cale hasta los huesos y que la gente ría burlona. Quien no lo haya hecho alguna vez no sabe lo que es sentirse libre. He leído mucho desde muy joven y siempre, aunque ahora, a veces, pienso que ya no escriben como antes. ¿Dónde están los nuevos Paul Johnson, Verne y Asimov? “No estás en edad de posponer nada”: ¡Qué cierto y magnífico pensamient­o! En realidad, nadie está en edad de posponer nada, porque nadie tiene garantizad­o cuánto le queda en “la libreta de ahorros de la vida”. Nadie debe posponer nada, a ninguna edad. Ni siquiera un niño debe posponer jugar porque, ¿podrá hacerlo más tarde o mañana? Le recomiendo, la próxima vez que tenga la oportunida­d de caminar bajo la lluvia, hágalo, no posponga ese ni ninguno de los placeres pequeños o grandes que la vida ofrece. Dentro de una sana disciplina viva ahora, viva intensamen­te, no lo posponga, piense que el próximo segundo es el único segundo seguro que tiene.

"dentrodeun­a sanadisCip­lina vivaahora, el próximoseg­undo eselúniCos­eguro quetiene”

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