No se me olvida
La situación actual del respeto a los derechos humanos es brutal. De manera formal existe el respeto a la dignidad y vida humana. En el extranjero se menciona a un país que fomenta y cumple con los convenios ratificados, pero en la realidad no es así. Solo quienes habitamos en este territorio y observamos los acontecimientos diarios sobre muertes, asaltos, secuestros e impunidad sabemos lo que es vivir con temor de cerrar los ojos para descansar y levantarse tranquilo, listo para otra jornada, que no es seguro si se podrá culminar con vida. Cuando se irrespeta un derecho humano, el Estado hace una propaganda de concientización de derechos. Actúa como en un programa de televisión: Monta un “show”, que atrae al público, en donde él es el principal protagonista. Muestra interés por lo que ocurrió, trata de que los que observamos creamos que de verdad está muy preocupado por los hechos. Y así, transcurren varios días y van surgiendo eventos que van opacando el objetivo general del espectáculo hasta que, otro evento impactante, que tal vez tenían guardado desde años para momentos así, toma el lugar del primer caso y provoca que el público se interese en este nuevo acontecimiento. El Estado no hace más que un resguardo para que organismos internacionales vean que sí se trabaja en pro de ello, pero cuando se trata de personas comunes no hay un plan por parte de él para respetar y proteger nuestros derechos. No se me olvidan los rostros de niños asesinados, mujeres atacadas, homosexuales asesinados, violación de la libertad de expresión, muertes por el desfalco al Seguro, campesinos que murieron en defensa de sus tierras, ríos que han sido concesionados sin consulta previa. No se me olvidan quiénes son los responsables y quiénes hoy caminan con libertad por las calles, cuando ocasionaron una herida profunda a nuestra Honduras. Para mí es decepción todas las injusticias que he visto, no hay derechos en Honduras, ni mucho menos humanos.