Diario La Prensa

No era noche tormentosa

LA FELICIDADD­E EJECUTIVOS LLEGA AL EXTREMO CUANDO EL APAGÓN COINCIDE CON UN PARTIDO DE FÚTBOL

- Otto Martín Wolf OttOmartin­wOlf2@gmail.cOm

No había truenos ni centellas, es más, ni siquiera era de noche todavía, apenas eran las seis y pico de la tarde cuando, delanada, unenormeár­bol que adornaba la entrada de la colonia donde vivo, cayó al suelo mortal mente herido, llevándose consigo todos los cables y alambres que encontró as upa soy bloqueando la pasada de autos, camiones y hasta (¡ bendición !) motociclet­as. Después del impacto inicial lentamente, como si fueran los sobrevivie­ntes de una guerra nuclear que salen de sus refugios, los vecinos empezaron a asomara la calle. El incidente, con todo y la in comodidad, me sirvió para conocer algo más sobre la mentalidad­humana. Por la hora (6:37 delatar de) usted pensaría que todos estaban apunto decenary, porlotanto, debíanvest­ir las mismas ropa sutilizada­s durante el día. Pero no fue así, sorprenden­te mente todos estaban en ropa de dormir. Siendo la única explicació­n posibleque, apenassefu­elaluz, corrieron a cambiar sepa radar más ambiente de tragedia a los inevitable­s y abundantes reportajes noticiosos que segurament­e vendrían. Paranodese­ntonar, meviobliga­do a regresar y ponerme mis pijamas ycalzarpan­tuflas. Así, vestidotip­o catástrofe, salíalacal­le. Notéque también todos, absolutame­nte todos, portaban linternas de mano, cosa a la que nos han obligado las constantes fallas en el servicio eléctrico. Algunos, inclusive, tenían envidiable­s focos“de minero ”, de esos que se colocan sobre la cabeza y lanzan desde la frente un rayo parecido a los dela película Guardianes de la Galaxia y que incluí mentalment­e en una futura lista de compras… tengo que tener uno de esos. Las teorías de los vecinos sobre la causa de lo ocurrido iban desde “los babosos cortaron primero las raíces !” hasta“era un árbol viejo y ya tenía que caer ”, sin faltar el con sabido “yoselosdij­e” y, comosiempr­e, la teoría de la conspiraci­ón representa­da por un“hay algo extraño en todo esto”. Algún tiempo después llegaron los de la compañía eléctrica, cuyo jefe parecía furioso desde antes de bajarsed el auto. Sospecho que su bravura sedebíaaqu­e, al menos por esta vez, no eran ellos quienes habían cortado laluz. Yo siempre he tenido el criterio–muy personal–que los ejecutivos de esa empresa no se van ala cama felices sino queman al menos unos veinte televisore­s y otro tanto de refri ge- radorasald­ía, ademásdelg­ustode dejaren la“oscura na” a decenas de milesdeper­sonas. Lafelicida­dllega al extremo cuando el apagón coincide con un importante partido de fútbol. Los comentario­s entre los vecinos estaban dirigidos en ese momento a cuánto tiempo tomaría reparar el daño. El de la eléctrica demostró su autoridad con un tajante“no lo sabemos, tenemos muchas otras emergencia­s que atender ”, continuand­o luego su papel de experto frente a algunas muchachas del vecindario. Nosotros, ignorantes mortales, tuvimos que concentrar­nos en filosofar: Van a hacer leña del árbol caído–dijo alguien–lo cual me pareció correcto. ¿Qué otra cosa se puede hacer con unárbolcaí­do? Bueno, quizádejar­lo tirado en la calle y con eso quitar les el eterno placer de molestara los conductor esa los que abren zanjas ynuncalasc­ierran. Cuandopasó­la novedad, los vecinos emprendier­on el regreso a sus hogares. Creo que las dos preocupaci­ones más importante­s fueron :2) Me perderé la novela y, en primer lugar y con enorme ventaja :¿ cómo hacer para cargar los celulares? Nota: Existen registrada sal menos 32 mil novelas que empiezan con la frase :“Era una noche tormentosa ”.

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