Diario La Prensa

Unas 300 mujeres revolucion­an la producción de calzado

Unas 300 mujeres trabajan en los diferentes talleres de zapatería del mercado Tara Colegialas también trabajan aquí en vacaciones

- Renán Martínez La Prensa renan.martinez@laprensa.hn

Con su cuchilla tan afilada comounbist­urí, CindyOrell­ana va recortando, contra una mesa de madera, las piezas de cu erina que formarán la parte superior de un par de zapatos par adamasen uno de los talleres del mercado Tara de San Pedro Sula. Llega en bus desde Cofradía todos los días para trabajar como “alistadora” en ese mercado del barrio Medina, donde las mujeres han invadido el oficio de zapatero, que antes estaba reservado para los hombres. Su especialid­ad es hacer en serie los cortes de cu erina o de cuero conforme aun diseño en cartulina para que otros operarios terminen de montar los zapatos. Es toda una cadena de pasos que se van sucediendo hasta lograr el producto terminado, manifestó Walter Mejía, dueño de uno de esos talleres. Una vez están listas las piezas, los montadores las ubican en las hormas. Cuando el zapato se retira de la horma, los soladores o “ensuelador­es”, como les llaman en el argot de los zapateros, le ponen la suela y el tacón. Esta es una técnica que dominan pocas mujeres, aunque hay algunas que son capaces de ejecutar todos los pasos que se requieren para terminar el calzado. Hay talleres especializ­ados solo en estilos para damas, como sandalias, zapatillas, botas femeninas y plata formas que se venden en las diferentes tiendas de la ciudad, al igual que los estilos masculinos. Varias de las más de 300 chicas zapateras son estudiante­s de fin de semana que laboran de lunes a viernes en esos talleres diseminado­s por todo el mercado. “Si usted viniera en noviembre o diciembre se encontrarí­a con una gran cantidad de colegialas que aprovechan las vacaciones para hacer zapatos”, comentó YaniriaEsp­inal, dueñade uno de los talleres. Ella trabaja en la zapatería al par de sus dos hijas adolescent­es, una de las cuales está estudiando Enfermería en el Instituto Nacional de Formación Profesiona­l. “Hay muchas más mujeres que quisieran aprender el oficio porque es mejor pagado que otros, pero esto no es fácil ni se aprende de un día para otro; sin embargo, con paciencia se puede lograr”, comentó la zapatera. Lo más difícil es recortar con la cuchilla la orilla de una plantilla de cuero, apoyando el zapato contra el esternón, pero esto solamente lo hacen loshombres. Algunosdee­stos ya se han causado heridas en el pecho. Lamentó que esa industria artesanal esté siendo afectada por la competenci­a de los productos importados, aunque estos sean de igual o menor calidad. “Desprecian nuestros zapatos por comprar productos extranjero­s”, se quejó. Los zapatos hondureños tendrían mejor aceptación si tuvieran una marca, pero infortunad­amente registrarl­a resulta muy caro, expresó. Algunas de las operarias ya están atareadas elaborando botas blancas y plateadas para las palillonas a pedido de las tiendas que ya se están preparando para las festividad­es del mes de la patria. David Gutiérrez, otro dueño de taller, refirió que él prefiere contratar mujeres porque los días de pago no se van a los bares a gastar su dinero, sino que lo invierten en comprar comida para sus hijos. Los varones no dejan de hacer sus bromas frente a ellas porque las miran como compañeras, pero nunca les faltan al respeto, comentó Gutiérrez. Muchas como Lourdes Gómez encontraro­n en la zapatería su tabla de salvación después de andar buscando trabajo por toda la ciudad. Dijo que no la contrataba­n porque tiene más de 30 años. “Lo que no saben es que nosotras sacamos más fuerza que los jóvenes porque tenemos más responsabi­lidades”.

Los materiales como el cuero, la cuerina y las plantillas los compran al por mayor los zapateros en las diferentes peleterías de la ciudad

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