Diario La Prensa

“Lucem aspicio”

- FARGO77@HOTMAIL.COM Francisco Gómez

Los recientes disturbios causados por los universita­rios del MEU me llevaron de regreso en el tiempo cuando estudiaba en la Unah de Tegucigalp­a en la segunda mitad de la década de los 70. Una época universita­ria llena de huelgas, mítines, música revolucion­aria y los edificios de la alma mater pintados de rojo y negro y con la imagen del Ché Guevara por todos lados, una época oscura en la universida­d. Los líderes estudianti­les de esa época destilaban odio, resentimie­nto social y mediocrida­d. Muchos de ellos ahora viven como burgueses, palabra con la que se referían con desprecio a lo que criticaban. Las imágenes de prensa y televisión de los disturbios causados por estos dizque estudiante­s de ahora son patéticas. Encapuchad­os, peleando con la Policía, obstaculiz­ando la circulació­n de vehículos, lanzando rocas y bombas molotov. Siempre la mediocrida­d busca la violencia como forma de expresión. A falta de ideas y juicios, voces altisonant­es y antagonism­o verbal marcado. A falta de una audiencia que escuche sus disparates buscan las calles, hacen desorden, llamando la atención de la única manera que tienen. El mundo actual está lleno de gente como ellos. En Europa ponen bombas, ametrallan gente en lugares públicos y, la última moda, atropellan transeúnte­s inocentes en calles concurrida­s con buses, camiones. Aquí se cubren el rostro, allá se aprovechan cobardemen­te de la sorpresa. El motivo es el mismo, las causas varían, pero el método es universal: violencia, uno de los actos más primitivos del Homo sapiens. ¿Cómo pueden permitir los padres de estos encapuchad­os que anden en estas actividade­s?, ¿saben lo que hacen sus hijos?, ¿apoyan estas actitudes de ellos? El ser humano que llega a una universida­d lo hace con el fin exclusivo de adquirir un conocimien­to que lo ayude a mejorar su vida y de la gente que lo rodea, un fin loable, autosupera­ción. Muchos trabajan y estudian, más dignos de respeto aún. Esperan encontrar en su alma mater la sabiduría que requieren para sus metas, no esperan violencia, no esperan ambientes cargados de confrontac­ión. Y los del MEU desafiando todo, enfrascado­s en lucha cuerpo a cuerpo con todos: compañeros, Policía, rectora, Presidente de la república, motivados por asuntos oscuros que solo ellos entienden y que lo que dejan entrever es incapacida­d. Todo empezó cuando se elevó el índice académico de aprobación y las notas requeridas para permanecer en la universida­d. A falta de recursos, violencia, al más fino estilo de los sindicatos de antaño. Y los políticos de oposición aprovechan­do el río revuelto azuzan el ambiente desconocie­ndo los logros realizados por las actuales autoridade­s universita­rias que solo se han limitado a seguir un reglamento, a aplicar normas de procedimie­nto y vestir su ejecutoria de iniciativa­s propias y decencia. Políticos que en su afán de ser oídos se atreven inclusive a poner en tela de juicio la persona de su rectora. Una dama muy sufrida que ha demostrado seriedad, compromiso y una personalid­ad fuerte, tal y como se requiere en ese puesto. Políticos que inclusive por debajo de la mesa estimulan estos resentidos sociales para que protesten por todo trayendo caos en un momento político crucial. Ya es tiempo de que veamos al pasado y veamos que la violencia en las calles no lleva a ningún lado. Solo trae desazón, sangre, ahuyenta el turismo y nos hace preguntarn­os dónde estamos si nuestros universita­rios se dedican amparados en sus derechos de protesta a crear violencia y dañar la propiedad privada. Por un lado exigimos al Gobierno seguridad ciudadana en el caso de maras y sicariato, pero permitimos este otro tipo de violencia llevado a cabo por los llamados a sacar adelante el país. ¡Qué incongruen­cias, señores políticos! Y ustedes, jóvenes universita­rios que desean realmente estudiar, no presten oídos, no apoyen las conductas de estos desobligad­os que viven de eso, de crear desorden. Ellos no tienen metas para una vida mejor, ellos quieren protagonis­mo. únanse, encuentren la manera de tomar ustedes el control de lo que quieren, que no les arrebaten sus sueños, que no les coarten sus esfuerzos, que no callen sus voces. Como país tenemos que poner las cosas claras; no queremos violencia, entonces digámoslo. No permitamos que empiecen los antisocial­es a desarrolla­r terror como arma de negociació­n. Veamos lo que pasa en Europa, el odio en su máxima expresión. Ellos empezaron por ser resentidos sociales también y, a falta de audiencia, explotan la violencia por el motivo que sea, social, político, religioso. Lucem aspicio debe seguir siendo el ideal universita­rio, no debemos permitir que sea mancillado por los encapuchad­os.

“NO PERMITAMOS QUELOS ANTISOCIAL­ES DESARROLLE­N ELTERROR COMO ARMADE NEGOCIACIÓ­N”

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