Zona de desastre
Devastación, tres muertos, saqueos y dos millones de personas sin energía eléctrica es el saldo del paso del huracán por Florida
FLORIDA. El huracán Irma descargó ayer su furia sobre Florida con violentas ráfagas e inundaciones, por las cuales tres personas perdieron la vida y fue declarado el estado de catástrofe natural. Al final del día, tras haber sembrado la devastación en el sur del estado y amenazar la costa oeste de Estados Unidos, el monstruo que días antes arrasó el Caribe quedó reducido a un huracán de categoría 2, pero siempre sigue siendo una amenaza. Atrás dejó dos millones de personas sin energía, daños superiores a los 100,000 millones de dólares y al menos tres muertos. Todavía bajo la onda expansiva de Irma, Florida empezó a pensar en su reconstrucción. “Miren por sus vecinos, por su familia, ayuden a quien puedan”, expresó el gobernador Rick Scott. El presidente Donald Trump aprobó la declaración de “gran desastre” a la zona. El ojo del huracán, con vientos máximos de 175 kilómetros por hora, estaba anoche a 10 kilómetros al norte de la ciudad de Naples, informó el Centro Nacional de Huracanes estadounidense (NHC). Se dirigía al norte a gran velocidad (22km/h). Trayectoria. El huracán vino precedido por el terror. La cantidad de tormentas, marejadas y ráfagas explosivas que le acompañaban había sembrado decenas de muertos y miles de millones en pérdidas en Cuba, Barbados, San Martín y las Islas Vírgenes. Con esta credencial, ayer le llegó el turno al sureste estadounidense. Al despuntar el alba, los primeros vientos golpearon los Cayos y empezaron a extenderse por el sur de la península. Casas sumergidas, carros arrastrados, carreteras inutilizadas. La devastación material, en las primeras horas, fue grande, pero las pérdidas humanas parecían haberse reducido en compa- ración con otras catástrofes; no fue casual. En previsión del golpe, el cuarto estado más poblado de la nación (21 millones de habitantes) había emprendido una gigantesca operación de evacuación y acogida. En los días y horas previos, la Guardia Nacional fue movilizada, más de seis millones de personas habían sido alertadas de que abandonaran sus hogares y a decenas de miles se les dio techo en 393 refugios públicos. Todo ello ayudó a la población, sin embargo, la infraestructura fue afectada. La subida de las aguas inundó los islotes, Miami y otras ciudades de Florida. “Los barcos están literalmente rotos, las palmeras en el suelo, las líneas eléctricas están cayendo”, contó por teléfono a la CNN la socorrista Maggie Howes. “Es absolutamente imposible estar afuera en este momento, nadie puede soportar los vientos que veo por la ventana”, expresó. Una policía y un oficial penitenciario murieron cuando su vehículo chocó en las inmediaciones de Sarasota (oeste). Otro hombre chocó el sábado contra un árbol en Key West, en los Cayos. El huracán se encaminó hacia la costa oeste. Miami, al oriente, se había librado de ser el punto de impacto, no obstante, también se sumergió en una pesadilla. Las ráfagas de viento y las aguas de su espléndida costa rompieron en innume-
rables puntos las barreras de contención. Hubo apagones, cayeron grúas desde rascacielos y muchas calles se volvieron inmensos canales. Nadie podía salir y hasta la Policía dejó de prestar servicio ante la fuerza de los vientos. Gris y azotada, Miami parecía una ciudad en retirada. El distrito de Brickell, a orillas del mar, estaba parcialmente inundado “por la marea que pasa sobre los diques”, relató a la AFP Steven Schlacknam, un artista de 51 años. “El muelle de madera prácticamente ha desaparecido”, sin embargo, en horas de la noche no había reportes de más daños.
Estado de emergencia.
El presidente Trump declaró el estado de catástrofe natural en Florida para poder desbloquear fondos y medios federales suplementarios con el fin de ayudar a los damnificados. “Ahora mismo, nuestra principal preocupación son las vidas humanas”, dijo Trump, quien anunció que visitará el estado “muy pronto”. Las ciudades de Naples, Fort Myers y las pobladas zonas de la bahía de Tampa (al oeste de Florida) enfrentan la amenaza de olas de hasta 4.5 metros, suficientes para provocar serias inundaciones. “Me preocupa toda esa gente
que no cree en un aumento brutal del agua. Es vital temerle a esta inundación”, sostuvo Virginia Defreeuw, una septuagenaria que abandonó su casa rodante para protegerse en un refugio. “La gente no escucha. Algunos dicen: ‘sobrevivimos a ( el huracán) Wilma, sobrevivimos a Charley, va a estar bien, podemos pasar por otro’”, explicó. “Pero este es nefasto”. Los efectos de este gigantesco huracán del tamaño de Texas tampoco perdonan a la costa este de Florida. Los residentes deben estar
atentos a las advertencias de tornados, que pueden formarse en los anillos exteriores de Irma y afectar incluso a áreas como Miami Beach. Pese a este debilitamiento, en su camino hacia el norte, Irma aún puede causar estragos. Sus vientos de 175 kilómetros por hora son una amenaza, por lo tanto, en Florida nadie ha dado por terminada la batalla y Georgia, Alabama, Carolina del Norte y Carolina del Sur mantenían desde ayer el estado de emergencia. El balance de Irma, que mantendrá su actividad este lunes, aún tardará. Este día golpeará Tampa y nadie ha dejado de considerarlo una amenaza.
Para saber Irma surgió a finales de agosto frente a Cabo Verde. El huracán alcanzó su primera víctima el miércoles pasado en las Antillas.