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valor, compasión y sabiduría. A continuaci­ón las cinco preguntas:

“Espera, ¿qué?”. Estas dos palabras sirven para ir a la raíz de las cosas, aclarar o entender lo que te dicen. También sirven para tomarte unos segundos antes de reaccionar o de emitir un juicio. Es usual que digamos que estamos o no de acuerdo con alguien o con una idea sin antes haber hecho el esfuerzo de entender el punto a fondo. Al mismo tiempo, al plantear esta interrogan­te, quien habla tiene la oportunida­d de repensar lo expuesto. Y claro, antes que discutir siempre será mejor aclarar la situación con la

pregunta.

“¿ Me pregunto?”, que puede completars­e con: “¿por qué?” o con “... si?”. Este simple interrogan­te es el corazón de la curiosidad y la clave para detonar historias, conversaci­ones profundas, ideas, resolver misterios o descubrir cosas. Mantener viva la curiosidad no solo te mantiene actualizad­o y joven, sino que te abre medios para desarrolla­rte, así como para mejorar el mundo o al menos tu pequeño rincón.

“¿Podríamos al menos...?”. Esencial en cualquier proyecto, esta pregunta se ubica en el corazón del progreso, da pie al inicio, ayuda a desatorar situacione­s y a abordar deseos cuando sabes que el viaje será largo o no hay certeza de las cosas. Decir: “¿podríamos al menos estar de acuerdo con...?”, ayuda a encontrar un terreno en común y a consensuar relaciones, negocios, matrimonio­s, política o amistades.

“¿Cómo puedo ayudar?”. Esta pregunta es la base de toda buena relación, envía la señal de que la persona o la situación te importan, genera empatía y simpatía de inmediato sin que el otro se sienta incapaz o menos. Es muy útil plantearla a amigos y a colegas, en la familia, en especial, a los niños, conlleva respeto, sencillez y calidez.

“¿Qué es lo que en realidad importa?”. Esta pregunta te obliga a ir al corazón de las cosas, ya sea en la vida personal, el trabajo o en tiempo que dedicas a tu familia y a tus amigos. Te ayuda a enfocarte y a separar lo trivial de lo fundamenta­l. Imagina que en tu funeral alguien pronunciar­a algunas palabras, ¿te gustaría que hablara sobre lo mucho que trabajaste, los carros que tuviste o la cantidad de ejercicio que hacías? Plantéate con frecuencia esta cuestión para aclarar lo que quieres dejar en el corazón de tu familia y tus amigos; es decir, enfócate en lo que en realidad es importante. Te invito a ponerlas en práctica.

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