Las redes, lo bueno y lo malo
Las primeras imágenes dramáticas del caos que causó el huracán Irma en el Caribe las vi en Twitter. Fotos del congestionamiento de vehículos saliendo de la Florida durante la masiva evacuación en los primeros días de septiembre, abundaban en Facebook. Los videos más terribles del terremoto en México, que ha dejado 305 víctimas mortales, también fluyeron por redes sociales, captados de primera mano en su mayoría por desconocidos. Y ya sé, esto no es nuevo. Las redes sociales nos han demostrado que su presencia y uso han logrado cambiar al mundo. Pero no iba a referirme a la rápida y asombrosa comunicación que permiten las redes sociales, sino a lo efectivas que pueden ser en estas catástrofes, cuando detrás de ese mensaje, de ese post, de la comunicación, hay gente e instituciones aportando para ayudar. Hoy temprano, revisando Twitter, por ejemplo, me encontré la foto tomada y subida por una maestra voluntaria mostrando cómo debía identificarse la ropa que se está donando a los mexicanos viviendo en refugios. Cada paquetito, en la imagen, tenía escrito: Niño de 7 años, Niña de 12 años, Mujer, Hombre. ¿Cuánto puede ayudar un consejo tan efectivo cuando llega a una multitud? A solo horas de la catástrofe, otro mensaje informaba la dirección adonde se había habilitado un centro para recibir y atender mascotas extraviadas, y otro mensaje de un ingeniero que ponía a disposición su casa en la devastada colonia Roma, en el DF, para quien necesitara donde quedarse: “Tengo sitio para recibirlos…”, decía el post. Instituciones como la Universidad Autónoma de México han puesto sicólogos para ayudar a través de sus redes sociales, y la Cruz Roja ha pedido que se compartan los teléfonos de emergencias, direc- ciones de centros de acopio para las víctimas y listas de necesidades para facilitar las donaciones. Por Twitter y Facebook circulan nombres de desaparecidos, de rescatados y, desgraciadamente, de los fallecidos, igual que fotos de jóvenes, adultos y niños que son buscados por sus familiares que esperan ansiosos saber de ellos. Y seguro que a través de las redes se han logrado miles de reencuentros. Esta vez, en México, las lecciones de las redes han sido de solidaridad, de unión, de humanidad, de amor. Lástima que no todos dan ese uso a las redes. Qué pena que en ellas abunde el morbo, los tuits falsos, la gente que quiere solo pasar el rato a costas de otros en situaciones tan dolorosas como las que vive México. Pero esa es la “legión de idiotas’’ como los llamó el escritor y filósofo italiano Umberto Eco. Las redes, dijo, también han permitido “la invasión de los imbéciles”.
“lasleccionesde lasredeshansido desolidaridad, deunión, de humanidad, deamor”