Hondureños en Cataluña
Suficientes y graves problemas tenemos en Honduras como para meternos o preocuparnos por la cuestión catalana, si el presidente de Cataluña dice sí, no o todo lo contrario a la ruptura de la integridad territorial en España. Eso es solo para ellos y ¿nosotros? Poco o nada se ha hablado en estos últimos días sobre miles de familias hondureñas, algunas ya en segunda generación, en la península, un gran número de ellas en la región hoy sacudida por una crisis no solo política, sino económica, con la salida de grandes empresas, y con una fractura social muy profunda entre secesionistas y antiindependentistas. La puerta abierta sin necesidad de visa para ingresar a territorio hispano, aunque hay condiciones aplicada en algunos casos, hace atractiva la aventura que se puede convertir en unos días en oportunidad de empleo, en integración con los vecinos y en un horizonte optimista temporal o permanente. A medida que van pasando los días, llega el matrimonio, los hijos, la vivienda, como quien dice, habrá nostalgia más allá del océano, pero la vida se encarriló en la península. En esto de las migraciones, históricamente la ruta se ha recorrido en doble dirección. Hasta pasado mediados del siglo veinte los barcos y posteriormente los aviones miles y miles de españoles soñaban con “hacer las américas” y abandonaban su tierra por la pobreza. La guerra civil después expulsó a españoles por decenas de miles hacia las tierras de esperanza y de habla hispana. Cambiaron los tiempos, y la España de la Unión Europa fue imán para los americanos del Caribe, Sudamérica y Centroamérica. Cataluña, centro de la crisis, es la autonomía, nosotros los hondureños entendemos más como región con cuatro provincias, Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona. En las dos primeras viven la mayoría de los compatriotas, sobresaliendo en proporción la segunda, ciudad histórica, relativamente pequeña, por lo que resalta más la influencia de la población hondureña, plenamente integrada en el mundo laboral. Pero hay temor, la salida de grandes empresas y otras consecuencias al quedar fuera de la Unión Europea, conducirán a la recesión y con ella menos empleo, menor capacidad económica en las familias e imposición de limitaciones públicas y restricciones en ayudas oficiales. Días difíciles en España, donde viven miles de hondureños que, no olvidarán y les dolerán los problemas de Honduras, pero la zozobra de su futuro inmediato en Cataluña es un trago amargo que ojalá, como aconseja la sabiduría popular, puedan “darle prisa”.