Venezuela... sin salida
Lo que pasó el domingo en Venezuela era totalmente previsible. El partido de Maduro, con el control de todos los estamentos del Estado, obtenidos de manera ilegítima y desconociendo al único poder electo democráticamente, el Legislativo, ha “ganado” la mayoría de las gobernaciones en todo el país. El mismo señor Maduro ha aparecido desafiante ante los medios anunciando que más del sesenta por ciento de los votantes le han manifestado su apoyo y preferencia y ha pedido a Washington que “tome nota de los resultados”. El mundo democrático ha contemplado con preocupación cómo la crisis venezolana en lugar de tener visos de solución se complica aún más con este proceso, a todas luces, irregular.
En primer lugar, casi el cuarenta por ciento de los electores no acudieron a las urnas. Los niveles de miedo, frustración y desconfianza son tan demoledores que muchos prefirieron quedarse en su casa. Hace más de un año que salieron a votar para elegir una nueva Cámara Legislativa y sirvió para muy poco, el chavismo perdió abrumadoramente, pero, en la práctica, desconoció los resultados y usó todo tipo de artimañas para deslegitimar al Congreso de la República. Hizo uso del Poder Judicial, instrumento del Gobierno, para impedir el ejercicio soberano de la verdadera representación popular y terminó por instalar una Asamblea Nacional Constituyente totalmente manejada por Maduro y sus adláteres.
Desde que comenzó el proceso se inició una campaña de intimidación sobre los empleados públicos, a los que se tomó lista para obligarlos a votar por el Gobierno. Como es lógico, toda la maquinaria gubernamental se movió a favor de los candidatos oficialistas, de modo que la oposición se vio arrinconada, amedrentada y en clara desventaja. No hay que olvidar que varios de los líderes más queridos por el pueblo venezolano están en la cárcel o tienen su casa de habitación por presidio. Encima, el día de la votación varios centros electorales fueron trasladados a último momento. Si tres o cuatro gobernaciones las ganó la oposición fue porque esa ha sido una de las estrategias del chavismo para legitimar sus turbios manejos, para dar una apariencia de democracia.
Lo que la comunidad internacional ha podido ver es que estas elecciones no manifiestan la voluntad de la mayoría de los venezolanos y que Nicolás Maduro y el Partido Socialista Unido de Venezuela no están dispuestos a respetar a su gente y que solo están interesados en mantenerse en el poder cueste lo que cueste. La sangre de más de cien venezolanos le tiene sin cuidado al régimen y está dispuesto a continuar derramándola si se trata de la de opositores. La crisis venezolana, pues, continúa y parece no tener salida.