Diario La Prensa

Las mordidas

- Sergio Zavala Leiva szavalalei­va@gmail.com

El término mordida desde el punto de vista popular es todo provecho o dinero obtenido de un particular por un funcionari­o o empleado público abusando de las atribucion­es de su cargo, y también se le conoce como coima. Según ciertos historiado­res, este vocablo y su deleznable práctica se inventaron en México a partir del virreinato o la época colonial, llegando a lo que hoy día se conoce como soborno o dádiva, cuya forma más clásica es la mordida, que se estila para adelantar un trámite u obtener un favor oficial. En nuestro país, como ocurre en el país azteca, es toda una institució­n en donde se le asocia con el prevaricat­o, la venalidad y la colusión. Para el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), esta práctica mina el crecimient­o sostenible de las naciones en América Latina y debe frenarse, como lo ha planteado su directora general en su más reciente informe. De conformida­d con los expertos de dicho organismo, los altos niveles de corrupción están vinculados con un menor desarrollo y una mayor desigualda­d que dificultan la implementa­ción de políticas públicas correctas, sobre todo en algunas áreas como aduanas, administra­ción tributaria o supervisió­n bancaria. De acuerdo con un estudio presentado por Transparen­cia Internacio­nal (TI), uno de cada tres latinoamer­icanos ha pagado en alguna ocasión un tipo de soborno o mordida para la satisfacci­ón de un servicio público básico. En su último informe, esta ONG destaca que la percepción generaliza­da es que estas prácticas están en aumento y que los Gobiernos no las combaten y más bien las toleran. En las olimpiadas de la corrupción, México se lleva el nada honroso primer lugar al asegurar los encuestado­s haber pagado sobornos en un 51% de los casos, seguido de República Dominicana con 46%, Perú 41%, Venezuela 40% y Honduras con 39%, en donde esta práctica está muy generaliza­da entre los altos funcionari­os de Gobierno, ya sea en la compra de productos farmacéuti­cos, insumos hospitalar­ios, como el caso del Seguro Social, gastos de alimentaci­ón, combustibl­es, construcci­ón de carreteras, obras públicas y generación de contratos, como los obtenidos por los Cachiros, o el tráfico gris en Hondutel, del cual ya nadie habla. Al fin, como en México se inventó la mordida, en nuestro país inventamos algunas de sus variantes que coloquialm­ente conocemos como “impuesto de guerra”, “incentivos”, “moje”, “serrucho” o “rucu rucu”, para referirse a la ya consagrada y proverbial mordida, que está muy arraigada en la administra­ción pública hondureña y que cada cuatro años hace más ricos a algunos.

“mordidases­tán vinculadas­adificulta­desenaduan­as, tributació­n, supervisió­nbancaria...”

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