Las mordidas
El término mordida desde el punto de vista popular es todo provecho o dinero obtenido de un particular por un funcionario o empleado público abusando de las atribuciones de su cargo, y también se le conoce como coima. Según ciertos historiadores, este vocablo y su deleznable práctica se inventaron en México a partir del virreinato o la época colonial, llegando a lo que hoy día se conoce como soborno o dádiva, cuya forma más clásica es la mordida, que se estila para adelantar un trámite u obtener un favor oficial. En nuestro país, como ocurre en el país azteca, es toda una institución en donde se le asocia con el prevaricato, la venalidad y la colusión. Para el Fondo Monetario Internacional (FMI), esta práctica mina el crecimiento sostenible de las naciones en América Latina y debe frenarse, como lo ha planteado su directora general en su más reciente informe. De conformidad con los expertos de dicho organismo, los altos niveles de corrupción están vinculados con un menor desarrollo y una mayor desigualdad que dificultan la implementación de políticas públicas correctas, sobre todo en algunas áreas como aduanas, administración tributaria o supervisión bancaria. De acuerdo con un estudio presentado por Transparencia Internacional (TI), uno de cada tres latinoamericanos ha pagado en alguna ocasión un tipo de soborno o mordida para la satisfacción de un servicio público básico. En su último informe, esta ONG destaca que la percepción generalizada es que estas prácticas están en aumento y que los Gobiernos no las combaten y más bien las toleran. En las olimpiadas de la corrupción, México se lleva el nada honroso primer lugar al asegurar los encuestados haber pagado sobornos en un 51% de los casos, seguido de República Dominicana con 46%, Perú 41%, Venezuela 40% y Honduras con 39%, en donde esta práctica está muy generalizada entre los altos funcionarios de Gobierno, ya sea en la compra de productos farmacéuticos, insumos hospitalarios, como el caso del Seguro Social, gastos de alimentación, combustibles, construcción de carreteras, obras públicas y generación de contratos, como los obtenidos por los Cachiros, o el tráfico gris en Hondutel, del cual ya nadie habla. Al fin, como en México se inventó la mordida, en nuestro país inventamos algunas de sus variantes que coloquialmente conocemos como “impuesto de guerra”, “incentivos”, “moje”, “serrucho” o “rucu rucu”, para referirse a la ya consagrada y proverbial mordida, que está muy arraigada en la administración pública hondureña y que cada cuatro años hace más ricos a algunos.
“mordidasestán vinculadasadificultadesenaduanas, tributación, supervisiónbancaria...”