Diario La Prensa

Cómo ayudar que ayude

- Luis Pazos LpAzOs@pROdIgY. NEt. Mx

El lado positivo de la tragedia del reciente sismo es que afloraron entre los mexicanos muchos valores: solidarida­d, compasión, bondad y ayuda al prójimo. Esas virtudes de mexicanos anónimos, que escuchamos en la radio, vemos en la TV y leemos en la prensa, contrastan con las noticias previas al sismo, donde predominab­an las de asesinatos y corrupción. En escuelas e iglesias hay centros de acopio llenos de agua y víveres. El problema de la Cruz Roja, de las institucio­nes más respetadas, es la distribuci­ón de todo lo entregado. De algunos lugares del desastre envían mensajes “ya no manden agua ni víveres”. Los superhéroe­s anónimos: rescatista­s, topos, estudiante­s, humildes trabajador­es, hombres, mujeres, niños, soldados y marinos, que buscan personas vivas entre los escombros, han sido los más importante­s; ahora habrá que apoyar a quienes perdieron, además de parientes, su casa y se quedaron sin patrimonio. La solución no es aumentar el gasto público. Sí que el gobierno reduzca sus gastos inútiles y libere recursos para la reconstruc­ción, empezando con los millonario­s gastos de publicidad en la presidenci­a, de la politizada Secretaría de Desarrollo Social, de los partidos y de tantas dependenci­as que inventan en qué gastar para terminarse el presupuest­o. Si en realidad el actual Gobierno quiere ayudar que gasten menos y bajen impuestos para reactivar la economía. Un camino para optimizar la ayuda ciudadana es aportar dinero a través de fundacione­s privadas, que se las entregarán a los afectados por el sismo sin que se burocratic­en. Hay varias, cuatro de ellas son la Fundación Carlos Slim, Fundación Televisa, la MOVA100 (Movimiento Azteca) de Ricardo Salinas y la Fundación Alfredo Harp Helú. La de Slim pondrá 5 pesos por cada peso recibido, Grupo Salinas, Televisa y Harp Helú, un peso por cada peso donado. La sociedad civil puede hacer más que los gobernante­s, varios de los cuales solo buscan la foto en las zonas de desastres y reparten, no su dinero, sino el de nuestros impuestos, sin la certeza que llegarán a quienes lo necesitan, como ha pasado con los recursos etiquetado­s para combatir la pobreza durante la actual administra­ción federal.

“SOLIDARIDA­D, COMPASIÓN, BONDADYAYU­DA ALPRÓJIMO, LADO POSITIVODE­LA RECIENTETR­AGEDIA ENMÉXICO”

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