Prevención y responsabilidades
Hay circunstancias recurrentes ante las que es imperativo y categórico ejecutar acciones preventivas. En salud, está comprobada esta afirmación. El doctor Aguilar Paz demostró los beneficios de su aplicación. En la defensa del bosque, la inactividad del Instituto Forestal impidió a Honduras detener a tiempo el gorgojo barrenador. Algunos dicen que tal descuido fue deliberado porque favoreció a los empresarios de la madera a costa de la riqueza del país. Los suelos hondureños no reciben atención alguna. Y los mecanismos destinados a prevenir los desbordes de los ríos Ulúa y Chamelecón no han recibido el mantenimiento debido. Pudo evitarse la ruptura del Canal Maya con una supervisión adecuada en la fortaleza de los bordos y el mantenimieto de los mismos. Pero aquí, también, dentro de esta cultura de la sospecha, debe haber intereses económicos que construyen obras públicas en forma tal que tengan precaria duración para que los vuelvan a contratar. Y así, de años con años, aunque el pueblo pague las consecuencias. Para la prevención, el mantenimiento y la prueba de la calidad de las obras es necesaria la presión de los medios de comunicación y la acción de la ciudadanía. Los daños que ha sufrido La Lima -cuya cuantía es enorme- afectan a la ciudadanía y a la sociedad en general. Por ello, la prevención debe ser una actividad pública permanente. Y desde la ciudadanía, una función de presión para que las autoridades y los contratistas con que estos pactan las obras cumplan con los estándares mínimos de calidad y duración. Pero, además, la población tiene que aprender una regla básica de ciencia política y física práctica. Para cambiar la naturaleza hay que obedecerla, y para aprovecharla hay que, además de respetarle sus reglas invariables, seguirla convenientemente. Si las llenas son fenómenos periódicos, la construcción de las viviendas debe corresponder a una arquitectura que conviva con esa realidad. Los estadounidenses lo entendieron bien. Ellos construyeron los bordos, los canales de alivio y las redes de retención de agua. Pero lo más importante, desarrollaron una arquitectura amigable con el comportamiento de las aguas moviéndose lentamente en zonas planas como son las que sufren las inundaciones que periódicamente afectan la zona norte. Esta arquitectura era de madera y montada sobre polines. De forma que las aguas no destruían el interior de las casas y al bajar las mismas, las cosas volvían a la normalidad. Pero en La Lima nadie recuerda nada del pasado. Y en una repetición absurda, construyen viviendas que son adecuadas para Choluteca u Olanchito; pero vulnerables para La Lima, Villanueva, La Ceiba e incluso San Pedro Sula. En conclusión, necesitamos prevenir lo más que podamos. Exigiéndole a las autoridades que no les den limosnas a los afectados, sino que cumplan con su deber asegurando sus bienes y sus vidas por medio de estrictos códigos de construcción. Y las obras públicas que se contraten, deben ser ajustadas a los más elevados estándares de calidad, de forma que no se rompan, como ocurre con los bordos del Canal Maya. Y si ello ocurre, hacer las investigaciones que corresponden para evitar la corrupción y la consiguiente impunidad de los que celebran que lo peor ocurra, porque de esa forma tienen negocio para rato porque el gobierno les vuelve a contratar. Creemos que, incluso, después de las investigaciones pertinentes quienes construyen muros de contención que no resisten la presión de las aguas no deben ser contratados nuevamente. Finalmente, hay que revisar la lógica de la arquitectura habitacional de la zona norte. No solo es cosa de colocar ridículas imitaciones de columnas griegas en los corredores frontales, sino que construir para que soporten las llenas periódicas. Las universidades, en sus carreras de arquitectura, deben inclinarse sobre sus mesas de trabajo para diseñar obras consecuentes con la naturaleza de cada región del país abandonando la tendencia a una artificial uniformidad. Y las autoridades deben cumplir con sus responsabilidades. Y si no lo hacen, hay que destituirlos en forma pública, sancionándoles para que les dé vergüenza. Como está ocurriendo en México.
“paracambiarla naturalezahay queobedecerla ypara aprovecharla, respetarreglas invariables”