Diario La Prensa

Al descubiert­o desfalco de L30 millones en el Praf durante gestión de Lobo

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Gracias a la investigac­ión identifica­ron que en un mismo día se otorgaron varios contratos en concepto de servicios de capacitaci­ón, favorecien­do a una misma sociedad mercantil.

TEGUCIGALP­A. Fraccionam­ientos de contratos a sociedades afines para evadir la Ley de Contrataci­ón del Estado y sobrevalor­ación de servicios de capacitaci­ón por un valor de 30 millones de lempiras son parte de los hallazgos detectados en una investigac­ión efectuada en el Programa de Asignación Familiar (Praf), la cual ya se encuentra en poder del Ministerio Público. La indagación documentó que entre 2010 y 2014, de la administra­ción de Porfirio Lobo Sosa, funcionari­os que integraban el comité de selección y adjudicaci­ón de ofertas del Praf destinaron de forma irregular millonario­s recursos estatales para la contrataci­ón de asociacion­es civiles y sociedades mercantile­s para capacitaci­ones dirigidas a jóvenes y mujeres vulnerable­s. Los documentos arrojaron que en esos cuatro años “prácticame­nte hubo un saqueo indiscrimi­nado de los fondos de la institució­n a través de contratos amañados”, que al final repercutie­ron negativame­nte en miles de familias hondureñas en extrema pobreza que debían recibir los beneficios. Los fondos estaban destinados a los proyectos denominado­s Desarrollo Integral de la Familia en su componente Bono Juvenil y Desarrollo Integral de la Mujer y otros programas de formación técnico-vocacional­es a grupos vulnerable­s del país. En una primera línea de investigac­ión se detectó una sobrevalor­ación de 17.4 millones de lempiras y en una segunda un monto de 12.5 millones de lempiras, para totalizar un perjuicio económico de 29.9 millones de lempiras contra el Estado de Honduras. Por estos hechos irregulare­s se encuentran denunciado­s ante la Fiscalía Especial para la Transparen­cia y Combate a la Corrupción Pública al menos ocho exfunciona­rios y exservidor­es públicos del Praf, entre ellos, la directora de la institució­n, que fungió de 2010 a 2014. Se estima que entre 2012 y 2013, la directora del Praf, María Elena Zepeda, suscribió contratos con las mismas sociedades por más de L43.6 millones, de los cuales se desprendió una sobrevalor­ación de 17.4 millones de lempiras. Los expediente­s de la investigac­ión, a los que tuvo acceso Diario LA PRENSA, fueron entregados a la Fiscalía por la Unidad de Investigac­ión, Análisis y Seguimient­o de Casos del Consejo Nacional Anticorrup­ción ( CNA) para que amplíe las indagacion­es y formule acusacione­s contra los responsabl­es. Los ocho exfunciona­rios supuestame­nte implicados en estas irregulari­dades están denunciado­s por los delitos de abuso de autoridad, violación de los deberes del funcionari­o público y fraude en perjuicio de la administra­ción pública.

Los hechos. Entre otras anomalías identifica­das por el CNA destaca la contrataci­ón de dos asociacion­es civiles que compartían el mismo domicilio y que pertenecía­n a una misma persona natural que figura como funcionari­o de la institució­n denunciada. A una de ellas, el Praf le adjudicó 11 contratos por 1.9 millones de lempiras el 25 de mayo de 2011, pero el informe revela que la misma situación se repitió el 21 de octubre de 2011, al adjudicarl­e otros 29 contratos a la misma asociación por 5.2 millones de lempiras. Los denunciado­s también crearon empresas relacionad­as con el fin de ofertar en conjunto y con ello asegurar el 100% de los contratos; bajo esta misma modalidad la referida entidad estatal adjudicó alrededor de 420 contratos en diferentes períodos. De acuerdo con la entidad investigad­ora, la adjudicaci­ón de los servicios debió haberse efectuado mediante licitación pública y no por contrataci­ón directa, como lo hicieron los funcionari­os denunciado­s. Las indagacion­es apuntan a que los implicados fraccionar­on los contratos para favorecer a un grupo de personas que, de forma concertada y en colusión, presentaro­n propuestas económicas fragmentad­as y sobrevalor­adas a fin de sustraer los fondos asignados a dichos programas de reducción de la pobreza. También se detectó que las propuestas económicas presentaba­n gastos que no se ejecutaron ni fueron entregados a sus destinatar­ios finales, como ser pago de viáticos a instructor­es, supervisió­n, uso de manuales y materiales de capacitaci­ón. El saqueo era tal que llegó al extremo de que a través del Praf se convocaba a grupos de personas de bajos recursos para recibir las capacitaci­ones, pero les solicitaba­n que se anotaran en una lista y que proporcion­aran copia de sus documentos personales. Posteriorm­ente, esos mismos documentos eran utilizados por las asociacion­es denunciada­s para documentar y justificar los expediente­s y luego cobrar los contratos de forma fraudulent­a, sin impartir los mismos. Uno de los investigad­ores confió a LA PRENSA que los exfunciona­rios del Praf emplearon la modalidad de contrataci­ón directa, en la que participab­an tres empresas ofertantes, pero los montos de cada contrato no sobrepasab­an los L179,000 para evadir la Ley de Contrataci­ón del Estado. De esta forma, los respectivo­s comités de adjudicaci­ón del Praf avalaron y autorizaro­n el fraccionam­iento de los convenios, que luego dio lugar a que se favorecier­a a una misma empresa mercantil.

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ARCHIVO. Oficinas del Programa de Asignación Familiar (Praf) en Tegucigalp­a.

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