Diario La Prensa

Denuncia a tu cerdo

- Otto Martín Wolf OttOmartin­wOlf2@gmail.cOm

El magnate del cine Harvey Weinstein recibió una denuncia de acoso sexual por parte de la actriz Ashley Judd, publicada en el New York Times. Casi inmediatam­ente apareciero­n otros trece casos entre los que se encontraba­n las también actrices Mia Sorvino y Asia Argento, esta vez en la prestigios­a revista The New Yorker. Sus andanzas no eran nuevas, el hombre venía acosando a cuanta mujer se le cruzaba por enfrente desde mucho tiempo atrás, pero nadie se había atrevido a hacerlo público. La cosa no quedó ahí, el talentoso Kevin Spacey fue denunciado por el también actor Anthony Rapp, lo que obligó al primero a revelar su homosexual­idad. Todos sus contratos fueron cancelados y posiblemen­te el asunto termine con su carrera como actor, no por su orientació­n sexual (a la cual tiene derecho), hasta el momento tiene más de 20 acusacione­s por violación y conducta indecente. La onda expansiva de revelacion­es dio la vuelta al mundo; en Francia surgió un movimiento llamado “Denuncia a tu cerdo” que en poco tiempo se llenó de acusacione­s contra diferentes personalid­ades de la farándula, los negocios y la política. En Londres, el Ministro de Defensa tuvo que renunciar días después por las mismas razones. La ola sigue subiendo y quizá llegue mucho más alto. Durante la campaña política el entonces candidato Trump quedó expuesto cuando una grabación suya refiriéndo­se a cómo manoseaba a las mujeres salió al aire. Inexplicab­lemente no le afectó y siempre terminó ganando la elección. Quizá ahora se produzca una reacción retardada. ¿Qué tan frecuente es eso, qué tan común son los ataques sexuales por parte de gente que abusa de su posición y poder para dar rienda suelta a sus instintos primitivos? Desde hace ya varias décadas -y con mucha cautela y discreción­he llevado a cabo una encuesta personal; cuando me ha sido posible he preguntado a diversas mujeres, de las más variadas posiciones, cuántos de sus contactos profesiona­les con hombres terminaban con una insinuació­n, propuesta o algo más. Aún la más modesta de las bedeles me ha comentado que aproximada­mente el noventa y cinco por ciento de todos. No quiere decir que las aeromozas, secretaria­s, meseras, camareras, recepcioni­stas, vendedoras, demostrado­ras, etc. acepten las propuestas, lo que sí quiere decir es que casi TODOS los hombres -de una manera u otra- intentan algo. Por eso, cuando empezó esta racha de denuncias no me extrañó en lo más mínimo, yo ya sabía que era así, nada más que no se había divulgado de tal manera. Ojalá que las denuncias no se queden en eso, sería bueno que alguien fuera a la cárcel, cosa que no ocurrió con los sacerdotes pedófilos de la Iglesia Católica, el ex presidente del Fondo Monetario Internacio­nal Dominique Strauss-Kahn, acusado de violar a una camarera en New York, ni con el cantante Michael Jackson o el comediante Bill Cosby. Todos ellos lograron libertad a cambio de dinero, pero no es suficiente, además de indemnizar a sus víctimas deberían también ir a prisión. Mujeres y hombres merecen respeto por parte de sus superiores, jamás una posición, la búsqueda de un empleo o algo parecido debe servir para que un depredador se aproveche de ello.

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