Aires navideños
No cabe duda que una de las épocas más hermosas del año es la Navidad. Se respiran aires distintos, hasta el comportamiento del ser humano cambia. Muchas personas esperan esta época con ansias. Se llenan de esperanzas e ilusión. Otros deciden limar asperezas y combatir todo aquello que pueda ser dañino para su ser. En San Pedro Sula ya se respira este aire. Al transitar por algunas calles se pueden observar las distintas luces y adornos que identifican la Navidad. También las estaciones radiales están inundadas de anuncios alusivos a esta época. Igual sucede con la televisión. No solamente San Pedro respira aires navideños, todo el país comienza a disfrutar de esta especial etapa del año. Nadie puede negar que el comportamiento de la sociedad es distinto en la Navidad. Independientemente de las explicaciones científicas que pueden apoyar este comportamiento o las estrategias de mercado que influyen para generar esa sensación de agrado, nos gustaría que fuese para siempre, especialmente cuando somos parte de una sociedad deteriorada, donde cada día el hondureño busca la forma de subsistir y de por lo menos ingerir un plato de comida diario. Para esta sociedad cada día se vuelve un laberinto difícil de superar, para reposar y seguir al siguiente día sumergido en lo mismo. Cuánto nos encantaría que las navidades en Honduras duraran 12 meses y así poder ver la sonrisa del que la esconde durante los otros 11; porque el agotamiento que le produce el buscar solución a su limitada existencia no le permite sonreír. Aunque sea un juego de la mente como muchos lo interpretan, la sensación que dejan las fiestas de Navidad nos permite ver en el hondureño un rostro distinto. Una sensación de importancia y de generosidad. Nuestra gente merece muchas navidades porque ya están cansados de tanta violencia, cansados de tanta amargura, de tantas lágrimas, de tanta desesperación y desolación que pareciera que solo esta época es capaz de esconderla, aunque sea por un corto tiempo.
SELVIN LÓPEZ