Todos a votar, a actuar con madurez
En las últimas semanas, tanto en la Iglesia Católica como en las iglesias evangélicas se han estado realizando jornadas de oración por la paz en Honduras. El pueblo hondureño, en general, ha querido dirigir sus ojos hacia Dios para rogar por un proceso electoral pacífico y civilizado, cuyos resultados sean aceptados por cada uno de los candidatos participantes, de modo que no vayan a darse situaciones de violencia de las que luego podamos lamentarnos y que vayan a poner en peligro la convivencia social. La paz es un bien de valor infinito. Sin paz no hay desarrollo posible, sin paz el futuro se vuelve incierto y se compromete el porvenir de todos. La campaña política ha sido bastante confrontativa y se ha amenazado con desconocer el triunfo de este o aquel candidato si los resultados no favorecen a determinada facción política. Los partidos con posibilidades reales de ganar no han logrado sentarse a la mesa de negociación para garantizar una transición democrática en paz. Los candidatos deben actuar con madurez y sensatez y no como niños caprichosos. Bajo ningún punto deben asumir una conducta de declararse ganadores sin esperar resultados oficiales y en caso de que los electores no se inclinen por ellos deben aceptar con hombría los resultados. Por lo anterior es indispensable que el proceso sea totalmente transparente, inmaculado, absolutamente fiable; los partidos deben hacer lo suyo para contener las conductas inapropiadas de sus parciales y exigirles prudencia. Las autoridades electorales deben garantizar que los datos que arrojen sus sistemas están apegados a la voluntad de los votantes y que no van a prestarse para respaldar resultados fraudulentos o en los que haya sospecha bien fundada de irregularidades. Si hay algún nivel de crispación en la calle, los líderes de cada una de las formaciones políticas tienen la responsabilidad de rebajar la tensión y de transmitir serenidad y cordura a sus parciales. Desafortunadamente, no falta gente a la que le gusta atizar las pasiones humanas y agregarle leña al fuego; irresponsables que parecen no tener hijos ni interés en velar por su futuro. Tampoco faltan aquellos que piensan antes en ellos que en Honduras. Que Dios escuche las súplicas que, desde diversos sectores de este país mayoritariamente creyente, se han venido haciendo. Virgen de Suyapa, ruega por nosotros.