El voto es más independiente
Hasta hace algunos años, San Pedro Sula era ejemplo para Honduras. A partir de la alcaldía de Luis Bustamante la ciudad empezó a perder imagen. Admitió el ingreso de factores que no controlaban sus autoridades y sus ciudadanos. Careció de un liderazgo civil responsable; y la clase empresarial, desafortunadamente, le dio la espalda a la dirección de la ciudad. Así, se sucedieron una serie de alcaldes poco dispuestos a cumplir con sus deberes. Incluso con dañinos comportamientos que le hicieron mucho daño a la credibilidad de la ciudad. Tan poco comprometidos con la imagen de San Pedro Sula y el respeto a su población, que dos de sus últimos alcaldes están bajo la acción judicial por malos manejos administrativos. A la flojera del liderazgo municipal le siguió el comportamiento de una sociedad civil indiferente. Por ello, no respondió con la energía debida a la manipulación de los intereses de la colectividad, a las pretensiones de los inventores de cifras distorsionadas y la caricaturización de los problemas con el ánimo de dar gusto a las burocracias internacionales, dispuestas a dar dinero para resolverlos. Así, permitieron que la ciudad fuera la capital del sida, del crimen y de la prostitución. En vez de salir a la calle para defender el honor de la ciudad, se llamaron al silencio en un trágica complicidad sabiendo que todo era mentira. Es paradójico que la defensa del honor de la ciudad ha provenido más de los extranjeros –muchos de ellos chinos taiwaneses– que produjeron materiales caseros para confirmar que la ciudad era un encanto, con gente generosa, que no todos eran delincuentes; ni tampoco estaban afectados por el sida. Apagado el ataque mediático contra la ciudad, ahora están convocados para elegir las autoridades municipales. Tienen que escoger entre Calidonio –que no ha podido resistir la tentación de hacer campaña con la obra gris que está obligado a efectuar en favor de la ciudad imitando al alcalde de Tegucigalpa– o en favor de nuevos candidatos que, aparentemente, ofrecen otras visiones y estilos nuevos de manejo de la problemática de la ciudad. Destaca entre estos Marlon Lara, que viene precedido de la autoría del exitoso modelo aplicado en Puerto Cortés que, continuado por Allan Ramos, ha transformado en forma ordenada al primer puerto del país. Calidonio ha hecho buena obra relacionada con la movilización automovilística; pero ha descuidado la atención a los más pobres, a los que no se ha acercado mucho. Ha descuidado sus relaciones con la clase media de la ciudad y sus capas económicamente poderosas. Posiblemente, si lo hubiera hecho, la obra realizada habría tenido más legitimación. Por lo que se ha convertido en una simple copia de lo que hace el alcalde de Tegucigalpa. Cosa que no es grata para el orgullo y el honor de los sampedranos. Como corres- ponde, no hay que destacar los nombres –que no manejo desde la distancia donde escribo– de otras personalidades que también se ofrecen para cubrir el cargo que ocupa Calidonio. Apenas recuerdo el del arquitecto Milla que, bajo la bandera del PAC, obtuvo el más alto caudal de votos que un opositor puede lograr. Ahora corre como independiente. De modo que aquí, las cosas son fáciles. El electorado no es burocrático. Por el contrario, es más independiente; y en general, en vez de votar por las caras y las banderas lo hacen por la experiencia y la calidad del candidato. Aunque, hay que reconocerlo, han cometido dos grandes equivocaciones que han llevado sus favorecidos a los estrados judiciales señalados por actos de corrupción. Es decir que no estando curados de equivocaciones, tienen que meditar el voto de forma que la ciudad vuelva por sus fueros y escoja al mejor, dispuesta a apoyarlo, vigilarlo y controlarlo de forma que no se convierta en un instrumento partidario porque correrá –igual que muchos otros– el riesgo de proteger intereses que no son, necesariamente, los que exigen los sampedranos. A votar entonces en libertad, sin atender fórmulas partidarias, escogiendo al que mejor proteja sus intereses y que, por su experiencia, sea el más fácil de volverse servidor de la ciudad y sus ciudadanos. Pueden hacerlo. ¡Son más independientes que los capitalinos!
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