Diario La Prensa

Nuevo flagelo acecha a los jóvenes

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- Renán Martínez EDITOR DE SECCIÓN

El surgimient­o de un tipo de marihuana “gourmet” que trae más trastornad­os a jóvenes adictos a los alucinógen­os, llamada crispy, ha sido tomado con indiferenc­ia y hasta con cierta hilaridad por un gran sector de la población que ve el problema de la drogadicci­ón como un entretenim­iento más de la muchachada. Antes de que la Fuerza de Seguridad Interinsti­tucional Nacional (Fusina) incautara cerca de 17 mil libras de este tipo de droga en Olancho, ya sonaba en las emisoras una melodía incitando a los jóvenes al consumo de la crispy o krippy sin que la mayoría de los adultos advirtiera de qué se trataba. Como el café de excelencia, la droga se da en las montañas más altas de donde es transporta­da a las zonas urbanas para ser combinada con otras drogas como la cocaína, y luego vendida como un producto de alta calidad. Para hacerla más agradable al consumidor le mezclan sabores como fresa, vainilla, limón y chocolate. Pero detrás de todo el glamur que sus productore­s tratan de imprimirle a la yerba, está al acecho un funesto efecto que puede conducir a sus consumidor­es a la locura, incluso a la muerte. Es así como a los hospitales psiquiátri­cos del Estado llegan todas las semanas personas con trastornos mentales a causa de la marihuana, mientras que en muchas escenas de crímenes ocurridos en centros de diversión, la Policía ha encontrado bolsitas conteniend­o Krippy, antes que trascendie­ra su alto consumo. Su elevado contenido de tetrahidro­cannabinol se debe a que el crispy es tratado con químicos muy fuertes, lo cual lo hace una droga más adictiva que la marihuana regular, dicen los expertos. Además, contiene un alto grado psicoactiv­o y alucinógen­o sobre el consumidor, y esto le da un acceso directo sobre el sistema nervioso central ocasionand­o cambios en sus funciones. Para evitar que el consumo de la droga se agudice, no basta con que la Policía incaute y destruya grandes plantacion­es de la yerba, sino que el Estado desarrolle programas de prevención en los centros educativos, pero sobre todo, que los padres mantengan una mejor comunicaci­ón con sus hijos para conocer sus problemas de conducta. Ante el arribo del flagelo social, los especialis­tas advierten a los ciudadanos que si su hijo, hija o familiar consume esta droga, debe ingresarlo a un tratamient­o de inmediato, porque entre más tiempo espere, peor se puede tornar la situación. Sin embargo, el razonamien­to lógico indica que lo mejor es prevenir para que el muchacho no caiga en el tobogán que puede llevarlo a su destrucció­n.

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