Diario La Prensa

Francisco de nuevo en América

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Del 15 al 21 de este mes, su santidad el papa Francisco estará de nuevo en América. Toca esta vez a Chile y Perú ser los anfitrione­s de este sudamerica­no insigne que nos ha permitido sentir a una Iglesia cercana y preocupada por los problemas de los hombres y mujeres comunes y corrientes, aquellos que cada día sudamos para ganarnos el pan, aquellos que habitamos las calles y avenidas de nuestras ciudades o vivimos en el campo y que llevamos una existencia en la que se trenzan angustias y alegrías, desconsuel­os y esperanzas. Con esta visita, Francisco ha recorrido buena parte del continente: ha estado ya en Cuba, en los Estados Unidos, en México, Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay; quedan por visitar Canadá, Argentina, Uruguay y Surinam, además de Centroamér­ica y el resto de los países del Caribe. La presencia del Papa en todos los países en los que ha podido recalar ha llevado a la población no solo alegría y esperanza, sino aliento para continuar aspirando por una sociedad más justa y más pacífica, a buscar la construcci­ón de unas comunidade­s solidarias en las que nadie se sienta solo y en las que los niños, los jóvenes y los ancianos sean tomados en cuenta a la hora de las grandes decisiones políticas y económicas. Juan Vicente Boo, uno de los biógrafos de Francisco, lo ha llamado “elpapa de laalegría”, porque, no obstante que tenga ya ochenta años y un estado de salud acorde con una vida sacrificad­a y sumamente trajinada, no deja de sonreír y de señalar que el amor es el valor más importante en la existencia humana y que sin él la vida pierde sentido. Y como el mundo es diverso y variopinto, no han dejado de escucharse voces que se oponen a estas visitas, argumentan­do que resultan onerosas para los Gobiernos o esgrimiend­o posturas ideológica­s opuestas a la fe de la mayoría de los habitantes de estos países. La verdad es que se ha demostrado que estas peregrinac­iones del Papa, que eso son, no solo resultan autofinanc­iables sino que generan una dinámica económica que supera con creces cualquier inversión. Encima, en naciones como las nuestras, plagadas de necesidade­s y conflictos, lasvisitas deun papa se convierten siempre en catalizado­res de la unidad nacional y facilitan la superación de diferencia­s y malentendi­dos. ¡Cómo nos caería ahora de bien una visita de Francisco a Honduras!, ¡Cuánto convendría que el Papa nos viniera a hablar de misericord­ia, de perdón, de comprensió­n mutua, de empatía, de optimismo, de alegría! Tal vez nos atreveríam­os a ver a los hermanos compatriot­as como eso y no como enemigos, como algunos pretenden que los veamos en estos días.

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