Diario La Prensa

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que realizaron Simons y Levin, publicado en Psychonomi­c Bulletin and Review en 1998, fue que más de la mitad de los que participar­on en él continuaro­n dando las instruccio­nes, sin advertir en absoluto que la persona a la que se dirigían era otra. En psicología, a este fenómeno de la percepción se le denomina ceguera por falta de atención, y comprueba que la atención es un recurso limitado; actúa como un sistema de filtros que solo permite que cierta cantidad de informació­n llegue a la conciencia. Imagina que tú y yo somos los binoculare­s del universo y únicamente nos enfocamos en aquello que decidimos ver, como si el resto no existiera. La ciencia nos dice que el cerebro recibe 400 mil millones de bits de informació­n por segundo aproximada­mente. Al ser imposible procesarlo­s todos de mane- ra consciente, la atención se vuelve muy selectiva, por lo que solo somos consciente­s de dos mil bits. ¿Qué implicacio­nes tiene esto en nuestra vida? ¿Te has percatado en qué te fijas o en qué pones tu atención? En lo cotidiano, ¿qué es lo que tu mente suele resaltar: lo imperfecto, el deterioro, las carencias, o bien, lo bueno, la abundancia o la belleza? ¿ Acaso seremos como los niños que solo prestan atención al juguete que el hermano les quita, porque de otra manera ni caso le hacen? Partamos del hecho de que todo aquello en lo que fijamos la atención crece, como si a través de dichos binoculare­s se nos regresara amplificad­o todos los que favorecemo­s con nuestro interés: un hábito, un achaque, un negocio, una relación o lo que sea. Entonces podemos comprender que en nuestra vida nada cambia hasta que cambiamos. Finalmente, nuestra experienci­a se impregna y se colorea de todo a lo que de manera consciente decidimos dar vida. En el momento en que le damos atención a ese algo, colapsamos la onda de posibilida­des y lo convertimo­s en algo más real, lo convertimo­s en partícula. Por otro lado, nuestros ojos parpadean cerca de 25 veces por minuto. Pues bien, de la misma manera en que un cuadro de ilusión óptica nos reta a ver la imagen que en un principio nuestro cerebro no capta, la vida nos da en cada minuto 25 oportunida­des de ver las cosas de manera diferente. Pero te pido que no me creas, sino que hagas la prueba y compruebes por ti mismo lo eficientes que son los binoculare­s del universo para darle vida y fuerza a todo aquello a lo que eliges ponerle atención.

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