Diario La Prensa

Jamás estamos solos

- Mimí Panayotti MIMINASTHA­S YAHOO.COM

“Una vez tomé un tren desde el aeropuerto de Filadelfia a la casa de mi hermana, radicada en un pueblo a 70 kilómetros hacia el Norte. Aunque era muy entrada la noche, el tren estaba atestado de gente y subieron más pasajeros al acercarnos al centro. Al comenzar a alejarnos hacia el Norte, eran más las personas que bajaban que las que subían y había muchos más asientos disponible­s. Mi destino era la última estación de la línea. Cuando el conductor anunció la llegada, yo estaba solo en el vagón”, escribe Wayne Greenawait. Este viaje en tren se asemeja al viaje a lo largo de la vida. Durante la niñez, estamos rodeados de nuestra familia y amigos. Con el pasar de los años la familia crece y se incorporan los amigos, pero tarde o temprano, comenzamos a experiment­ar pérdidas. Uno por uno, fallecen amigos y familiares. Al transitar el último tiempo de nuestras vidas, nos dejan cada vez más y más personas. Si vivimos muchos años, tal vez nos quedan uno o dos familiares y amigos. Pero hay alguien que jamás dejará de acompañarn­os en este viaje y es nuestro Señor Jesucristo. Él nos prometió que siempre estará a nuestro lado. Jesús dijo: Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:20) Debemos recordar con esta promesa que debemos ser altamente agradecido­s. El agradecimi­ento promueve una vida más sana y alegre. La Sagrada Escritura, especialme­nte el libro de los Salmos, está lleno de gratitudes y alabanzas por todo lo que Dios ha hecho por nosotros y que seguirá haciendo. Pablo expresa su gratitud en todas sus cartas. Por supuesto, el acto más grande es el sacrificio de Cristo en la cruz. Apenas una breve mirada de lo que hizo Cristo por nosotros con su sufrimient­o, muerte y resurrecci­ón nos llenan de una gratitud inexplicab­le.

EL AGRADECIMI­ENTO PRO MUEVE UNA VIDAMÁSSAN­A YALEGRE

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