¿Por qué se juega tan rápido la Liga?

Salvador Nasralla

El fútbol hondureño de la Liga Nacional debe replantearse su subsistencia como diversión sin considerar los ingresos que en concepto de taquillas está obteniendo. Los grandes equipos capitalinos Olimpia y Motagua apenas llevan 3,000 personas en promedio a los estadios cuando juegan como locales, mientras los poderosos de San Pedro Sula, Real España y Marathón, reciben una media de solo 2,000. Con estas cantidades pueden pagar el 10% del costo operativo de sus instituciones. Mientras, sus rivales que hacen posible que haya campeonato, como Real Sociedad, Honduras de El Progreso y Platense, tienen graves problemas económicos porque su afición no los acompaña cuando juegan en casa y casi siempre pierden dinero en el montaje de sus encuentros. A ellos hay que sumar a la Universidad Pedagógica Nacional, que tiene déficits, pero subsiste gracias a que a los profesores que dan clases en esa casa de estudios les deducen de forma inconsulta de sus sueldos una aportación para el club, ya que la cantidad de gente que asiste a ver sus partidos, en promedio, ni siquiera alcanza las 1,000 personas. La ventaja adicional de los universitarios es que tienen una planilla de sueldos ajustados a la realidad económica de Honduras. El único club del interior que presume de ser algo acompañado por sus aficionados es el Juticalpa, mientras que Vida no tiene déficit, pero su situación es similar a la de los grandes, o sea que necesita financiar con personas o patrocinadores el 80% de sus gastos en una ciudad de economía devastada. Mientras, entre agosto y diciembre de 2016 el promedio de asistencia a los 100 partidos de la liga fue de 2,883 aficionados, entre los mismos meses de 2017, el promedio cayó dramáticamente a 2,002 personas. Como el principal gasto de los clubes es el pago de sueldos, debido a eso ellos tratan de salir rápidamente con el campeonato y por eso en el actual torneo en menos de un mes se consumirá prácticamente toda la primera vuelta. O sea que el fútbol dejó de ser una diversión para la gente y se convirtió en una actividad de la que los directivos quieren salir lo más rápido posible.