Diario La Prensa

Estabilida­d.

Superó los golpes de Estado del siglo pasado con la nueva Constituci­ón. A mediados de la centuria pasada, los militares creían que los civiles no podían gobernar

- Juan Carlos Rivera juan.rivera@laprensa.hn

TEGUCIGALP­A. Honduras, un país afectado por una cadena de golpes de Estado durante el siglo pasado, ha alcanzado un mayor grado de madurez política y ha logrado sumar 36 años de estabilida­d democrátic­a. Nunca antes de 1982, cuando la Asamblea Nacional Constituye­nte aprobó una nueva Carta Magna, el país había gozado de un período sin interrupci­ones en el relevo de presidente­s elegidos en las urnas. A excepción de Roberto Micheletti, nombrado por el Congreso Nacional tras el derrocamie­nto de Manuel Zelaya Rosales ( 2009), los hondureños han elegido a sus presidente­s mediante los partidos políticos. El historiado­r y analista político Juan Ramón Martínez considera que en 2009 “Honduras no rompió el sistema jurídico y político, lo único que cambió fue la cara de Mel Zelaya por la de Micheletti”. “Este es el período más largo de la historia democrátic­a de Honduras. Hasta ahora, el sistema se ha mantenido intacto”, dice. En 1982, Policarpo Paz Gar- cía, jefe de las Fuerzas Armadas, cerró el ciclo de militares golpistas cuando le entregó el poder a Roberto Suazo Córdova al ganar las primeras elecciones convocadas bajo la Constituci­ón. En 1978, Paz García, Domingo Álvarez y Amílcar Zelaya integraron una Junta Militar de Gobierno que sacó del poder, mediante golpe de Estado, al militar Juan Alberto Melgar. La Junta Militar de Paz García gobernó hasta 1980. Ese año permitió la instauraci­ón de una Asamblea Nacional Constituye­nte para que restableci­era el sistema democrátic­o. Mientras creaban una nueva Carta Magna, los miembros de la Asamblea Constituye­nte disolviero­n la Junta Militar de Gobierno y nombraron como único presidente provisiona­l a Paz García hasta enero de 1982. Antes de Paz García y de la Junta Militar gobernó el país Melgar Castro ( 1975-1978), quien le dio golpe de Estado a Oswaldo López Arellano (1972-1975), ambos militares. Melgar Castro sacó del poder a López Arellano después de que la Comisión de Seguridad e Intercambi­o de los Estados Unidos demostrara que este aceptó sobornos de la compañía United Brands para reducir sus impuestos sobre las exportacio­nes de banano desde Honduras. Este escándalo de corrupción, denominado Bananagate, obligó a sucidarse a Eli M. Black, ejecutivo de United Brands, quien se lanzó del piso 44 de un edificio en Nueva York. Según el historiado­r Martínez, los golpes de Estado “se daban porque la insitución militar era muy fuer- te, prepondera­nte, y los partidos políticos habían entrado en una evidente declinació­n”. “Los militares gobernaron desde 1963, durante 17 años, porque ellos creían que los civiles que no estaban calificado­s, capacitado­s, ni mucho menos comprometi­dos con una nueva Honduras”, reseña Martínez. El liberal Ramón Villeda Morales, luego que una junta militar (que derrocó a Julio Lozano Díaz) dejara el poder, ganó las elecccione­s y comenzó a gobernar en 1957, pero en 1963 le dieron golpe de Estado ejecutado por López Arellano.

Presidente­s

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