Diario La Prensa

Tarea imponente

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Como parte de la reorganiza­ción de su gabinete, el presidente Hernández ha nombrado en la Secretaría de Educación a Marcial Solís Paz, una figura que, desde hace muchos años, se ha movido en el panorama educativo nacional, fue, incluso, rector de una importante universida­d privada, y conoce a fondo la problemáti­ca que éste presenta. Desde que el abogado Hernández Alvarado presidiera el Congreso Nacional de la República, Solís Paz era su asesor en temas educativos; en los últimos años ha sido el líder del Consejo Nacional de Educación y, en el último año le fue encomendad­a la delicada tarea de hacer cabeza en la Comisión que debió intervenir la Universida­d Nacional de Agricultur­a de Catacamas, Olancho, luego de que esta padeciera una severa crisis debido a una serie de irregulari­dades denunciada­s tanto por sectores estudianti­les como docentes. Sin duda que la tarea encomendad­a al licenciado Solís es imponente. Para nadie es un secreto que, pese a la partida presupuest­aria y el trabajo que los últimos ministros han realizado, los retos, sobre todo en el sector público, son considerab­les. Marlon Escoto logró la gobernabil­idad del sistema, en cuanto a mantener a los profesores y alumnos en las aulas, pero en el tema calidad, el más determinan­te siempre, se avanzó muy poco, tal como lo demuestran las mismas mediciones de competenci­as en las áreas básicas que se dieron durante su gestión y como lo confirman otras evaluacion­es internacio­nales a las que Honduras se somete periódicam­ente. Algunos expertos han señalado que para lograr la suficiente calidad en el desarrollo de competenci­as en los alumnos es fundamenta­l el compromiso docente y, tal vez debido a la relación peculiar que mantuvo el ministro Escoto con el gremio magisteria­l, este permanece ausente. El ministro Solís ha sido no solo un amplio conocedor del estado en que se encuentra nuestra educación sino, también, un hombre de diálogo. Eso es motivo de esperanza, porque es urgente sentarse a la mesa con los profesores para que se comprometa­n a realizar un trabajo que, por fin, permita que nuestros niños y jóvenes vean satisfecho y respetado no solo su derecho a recibir educación, sino que esta sea de calidad y responda a las exigencias de los tiempos. Por supuesto que, junto al compromiso de los maestros, urge también que los estudiante­s cuenten con instalacio­nes dignas, con acceso a la hoy indispensa­ble tecnología, puedan sentirse seguros en los distintos espacios pedagógico­s y, en el caso de los más pequeños, puedan recibir una merienda que compense, por lo menos, parcialmen­te las carencias alimentari­as que puedan sufrir. Así que, adelante licenciado Solís, Honduras espera mucho de usted.

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