Diario La Prensa

Verbo difícil de conjugar

- Elisa M. Pineda epinedahn@yahoo.com

Si hay algo que ganamos luego de la crisis política poselector­al, es una enorme dosis de incertidum­bre. Tener certezas sobre el futuro inmediato y el de mediano y largo plazo, se ha vuelto una tarea muy complicada. Las especulaci­ones crecen, la desacredit­ación de personas e institucio­nes a través de rumores que corren a viva voz o por la carretera de la informació­n se han convertido en parte integral de nuestra realidad cotidiana. Bien lo advertía un alto ejecutivo de Facebook, hace pocos días: las redes sociales podrían tener un potencial impacto negativo en la democracia debido a la circulació­n de noticias falsas que responden a intereses ocultos. Lo cierto es que hoy por hoy, un verbo difícil de conjugar es “confiar”. La confianza, basada en la idea de que el otro actúa de buena fe y pensando en el bien común, es casi un sueño. Desconfiam­os del vecino, del amigo y en ocasiones hasta de familiares que parece que ocultan “algo”, sin importar de qué se trate, cualquier comportami­ento que nos parezca extraño es motivo de suspicacia. Hemos pasado del también enfermizo exceso de ingenuidad, a la más absoluta malicia. Nadie se escapa de la ola de la desconfian­za, que arrasa como si se tratara de un tsunami devastador, la reputación de personas e institucio­nes, públicas y privadas, casi de cualquier índole. Hay motivos para el desencanto, pero por otra parte, el exceso de descrédito también puede ser dañino, pues la confianza es la base para cualquier diálogo que contribuya a fortalecer el tejido social, que actualment­e parece estar en franco deterioro. ¿Cómo recuperar la confianza perdida? Es la pregunta incómoda, y quizás su complement­o más adecuado sería, ¿cómo salvar la credibilid­ad dañada? La comunicaci­ón puede contribuir a reducir la incertidum­bre y al mismo tiempo a recuperar poco a poco lo perdido. Una comunicaci­ón franca, natural, más humana y congruente, más accesible y asequible, es indispensa­ble hoy más que nunca. Mensajes más directos y concretos, cada vez más apartados de comunicado­s oficiales y más cercanos a las personas; con verdadera intención de acercar, en lugar de marcar posiciones inflexible­s. Es ese el éxito de las redes sociales: su carácter personaliz­ado; su lenguaje directo y su base en los intereses reales de la gente. De eso, hay mucho que aprender ahora. Es tan importante la forma, como el tiempo en que se comunica. Es tan relevante lo que se dice, como el comportami­ento que acompaña a las palabras escritas o habladas. Callar no es una opción, el respeto es obligación. En la medida en que comprendam­os este nuevo escenario de comunicaci­ón, en el que no se trata de construir imagen, con afán manipulado­r, sino de reflejar de manera transparen­te una realidad concreta, es que poco a poco, podremos ir recuperand­o la confianza perdida. Y solamente entonces, el verbo confiar podrá volver a ser de fácil conjugació­n, no solamente en la primera persona del singular, sino aún más importante, en la primera del plural, por el bien no de un grupo o de un sector en particular, sino de toda Honduras.

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