Zona de mercado surge ser atendida por alcaldía
Los vendedores trabajan entre corrientes de aguas negras y calles en mal estado Ellos son un ejemplo de trabajo y emprendimiento en la ciudad
Los mercados son los sitios donde los sampedranos llegan a buscar productos frescos, variados y a un costo menor. Pero el olor a fruta fresca y alimentos se mezcla con lo nauseabundo de las aguas negras, lo podrido de frutas y verduras que queda tirado y cantidades de basura que se ven en las calles. Urge que la alcaldía mejore estos sitios.
El sol todavía no aparecía y don José Antonio Guerra ya esperaba a sus clientes en la esquina de siempre: nueve avenida y siete calle del barrio Medina. Tiene 70 años y desde hace 15 vende cilantro, berro, mostaza y otras hierbas frescas que traen de la montaña El Merendón. Como buen sampedrano recibe con una sonrisa a sus clientes y sin dejar de atenderlos explica que muchas personas allí venden sus productos en medio de la suciedad, el mal olor y las calles en pésimo estado. Asegura que si las condiciones fueran otras, el número de personas comprando en los mercados fuese mayor.
Realidad. El día comenzaba y con él, vendedores como don José trabajaban sin parar. Los mercados El Dandy, Me dina Concepción y El Rápido cobraban vida mostrando cómo estos lugares ayudan a levantar economías urbanas y rurales. A medida amanecía se convertían en un punto de encuentro, donde se plasma la San Pedro Sula con gente emprendedora, alegre y con ganas de salir adelante pese a las adversidades. Hoy, ya no son solo los mercados, sino los centenares de puestos ubicados en las calles y avenidas, esos locales a orillas de la calle facilitan la vida a las personas y sirven como autoservicio: usted pide sus productos y los vendedores se lo alcanzan de inmediato. En el cuadrante desde la avenida Juan Pablo Segundo hasta la primera avenida, y desde la siete calle a la primera calle, en el sureste, se ubican los mercados, bodegas, puestos de ventas de verduras, frutas y calles completas de descar- gas de camiones con guineos, plátanos, huevos y frutas de la temporada. Es a esos lugares donde los sampedranos llegan a buscar productos frescos, variados y a un costo menor. Pero el olor a fruta fresca y alimentos se mezcla con lo nauseabundo de las aguas negras, lo podrido de frutas y verduras que queda tirados y cantidades de basura que se ven en las calles. Como si eso fuera poco, los conductores de carros, camiones de comerciantes, productores y clientes se enfrentan con la odisea de transitar por las calles con tremendos cráteres y donde el pavimento existió, puesto que hoy ya es historia. La seis calle, entre las seis y siete avenidas, frente al mercado El Rápido, es una de las peores y se ha formado un resumidero de aguas negras que tiene de correr a los ven- dedores y clientes. “Cada vez que llueve, la situación se complica y nos gustaría que las autoridades vinieran y conocieran la realidad nuestra”, dice Elena Hernández, una vendedora de aceites, salsas y chiles. En su mayoría, las calles y avenidas de los sitios de donde salen un buen porcentaje de granos, frutas, verduras y carnes que consumen los sampedranos están en pésimo estado. Asimismo, la seis avenida que separa al mercado El Rápido del Medina Concepción también se ha vuelto intransitable y pasar por ella es una
hazaña. Por lo consiguiente, los vendedores dicen a una sola voz que las autoridades municipales los han olvidado y solo llegan cuando quieren hacer campaña o decomisos de pólvora, y después no vuelven, prometen reparar las vías y lo que deben hacer en estos sectores no es reparación, sino nuevas calles. “Ya esos kilómetros forman parte de la red vial no pavimentada porque el cemento desapareció”, afirma Javier Méndez, un comprador de naranjas. LA PRENSA recorrió todo el sector y constató que hay problemas con la recolección de la basura, aguas negras, aguas lluvias y calles en mal estado y, por ende, insalubridad. No obstante, pese a las condiciones difíciles, los vendedores sampedranos no dejan de mostrar ese espíritu de superación y emprendimiento que contagia. Son unidos y se ayudan unos con otros, además, aseguran que cuidan de todos esos clientes que llegan a los mercados para que puedan hacer sus compras cómodamente y con seguridad. En esas calles está el ejemplo que cuando la gente quiere, puede. Hombres y mujeres de todas las edades se levantan alegres y seguros que el día irá bien. Las ventas de tamales, jugos, burritas, baleadas y pollos están por las esquinas para facilitarle la vida a los que llegan a vender y comprar.
Más atención. No solo los vendedores y productores sufren esas condiciones, sino que también los clientes que acostumbran a llegar a com- prar los productos. “Nosotros venimos a comprar guineos acá al mercado, pero ya mira que tenemos que dejar el carro lejos porque a estas calles ni se puede entrar”, expresa Marta García. De igual forma opinan las amas de casa, quienes le claman alas autoridades municipales que le presten atención a esta zona de la ciudad, que es céntrica, y nadie se acuerda que allí compran los alimentos la mayoría de sampedranos. El llamado es para que las autoridades atiendan las necesidades, supervisen y apoyen el negocio urbano y rural.
Oportunidad Los mercados municipales tienen guarderías y ya tienen abiertas sus matrículas para maternal, kínder, prekínder y preparatoria. Eso beneficia a los vendedores.