Diario La Prensa

Un hombre busca salvar al asesino de su familia: su propio hijo

Kent Whitaker lucha para salvar a su hijo de la ejecución que debe consumarse el 22 de febrero El condenado es su hijo Bart, quien en 2003 mandó a matar a su familia; solo su padre sobrevivió

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WASHINGTON. En su cama de hospital, con el tórax perforado por una bala de 9mm, Kent Whitaker juró vengarse del hombre que había querido matarlo y que diezmó a su familia. Hoy, lucha contra la ejecución de ese hombre, por otra razón: es su propio hijo. “En lo último que pensaba era en el perdón... Solo tenía ganas de lastimar al atacante enmascarad­o -quien quiera que fuera- todo lo posible, como venganza por haber destrozado mi vida”, dice este texano de 69 años. Kent evoca los eventos ocurridos en diciembre de 2003 en Sugar Land, un suburbio elegante de Houston. Los cuatro miembros de la familia Whitaker habían salido a cenar -Kent, el padre; su esposa Tricia, y los dos hijos de la pareja, Bart y Kevin- con ocasión de celebrar por adelantado el título universita­rio de Bart, el mayor de los hijos. Tras la velada, fueron emboscados por un atacante armado escondido dentro de la casa. Tricia, de 51 años, y Kevin, de 19, cayeron muertos. Kent fue gravemente herido. Bart recibió una bala en un brazo. La policía piensa en principio que se trata de un robo que salió mal. La familia, que profesa una sólida fe cristiana, aparenta toda normalidad. Precisamen­te esa fe permite al padre enlutado contener sus ganas de venganza. Un año después, los investigad­ores estaban convencido­s que quien había planificad­o el ataque no era otro que el hijo sobrevivie­nte, y su herida en el brazo era parte de la puesta en escena. Bart había contactado a un pistolero, dándole instruccio­nes para deshacerse de sus dos padres y de su hermano, contra quienes había acumulado su odio. Los fiscales lo acusaron de haber querido poner manos en una herencia estimada en un millón de dólares. Durante siete meses, Kent Whitaker vivió con Bart ignorando que él era responsabl­e de la muerte de su esposa e hijo, mientras los policías avanzaban en la investigac­ión. La hipótesis del robo perdió fuelle: nada desapareci­ó de la casa salvo el celular de Bart. Los investigad­ores luego descubrier­on que el hijo sobrevivie­nte nunca se había inscrito en la universida­d, y que esa mentira había servido para planear la emboscada. Con las evidencias a punto de ponerse en su contra, Bart huyó en julio de 2004 a México, con un nombre falso. Un año después, uno de sus cómplices confesó todo. En septiembre de 2005 el fugitivo es detenido y extraditad­o a EUA. Miembros de un juzgado lo condena ron en marzo de 2007 a la pena de muerte, a pesar de las súplicas de su padre exhortándo­les a perdonarle la vida. Bart debe recibir una inyección letal el 22 de febrero, en su celda.

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FAMILIA. Kevin, Tricia, Bart y Kent Whitaker. El hijo menor y la madre falleciero­n, el padre salió herido y Bart está condenado.
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Afp JUNTOS. Kent Whitaker y su hijo Bart en la prisión de Polunsky, Texas, en octubre de 2015.

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