Diario La Prensa

El buen gusto de Carolina Herrera deslumbra en NY

Carolina Herrera se despidió del mundo de la moda por todo lo alto En 37 años de trayectori­a, la diseñadora marcó tendencia y su estilo y glamur llenaron las pasarelas

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No faltaron su clásico binomio blanco y negro ni sus camisas blancas, que combinó con faldas de abertura lateral cubierta con transparen­cias

NUEVA YORK. La Semana de la Moda de Nueva York quedó deslumbrad­a por el buen gusto con la firma de la venezolana Carolina Herrera, que dio el relevo como diseñadora en su último desfile. Con sus diseños de corte impecable, la experienci­a de 37 años en el sector de la moda de la venezolana se hizo patente en una glamurosa colección que reunió en el Museum of Modern Art (MoMA) a numerosas caras conocidas admiradora­s de su trabajo, como Bianca Jagger, que la acompañó en su primer desfile y no se quiso perder el último. Destacaron los vestidos de corte fluido en fucsia, naranja y azul claro, con plisados que escondían colores; en tul y con volumen, o de estilo camisero y cintura marcada, así como los estampados con dibujos de tigres y leopardos en acabados metalizado­s. No faltaron su clásico binomio blanco y negro ni sus camisas blancas, que combinó con faldas de abertura lateral cubierta con transparen­cias para insinuar sin enseñar, y en el tramo final, con faldas largas en colores joya ajustadas por cinturones anchos. Cuando la pasarela quedó vacía, los aplausos reemplazar­on la voz de Ella Fitzgerald, que había dado ritmo al desfile, y el público en pie recibió a una Carolina Herrera arropada por su equipo y por el diseñador Wes Gordon, que le entregó un ramo de rosas antes de recoger su testigo.

Su primera colección la presentó en el Metropolit­an Club de Nueva York y su éxito fue tal que pronto empezó a vestir a personalid­ades como Elisabeth de Yugoslavia, Ivana Trump, Kathleen Turner y Nancy Reagan.

Retiro por todo lo alto Desde ayer se hizo efectiva la decisión de la diseñadora, que en ningún caso supone una retirada, como se encargó de resaltarlo ella en una entrevista con The New York Times, la única que ha dado hasta el momento. “¡No me estoy retirando! Estoy avanzando”, aseguró. Y aunque no se trate de una retirada, sí es un punto y aparte en la historia de esta venezolana, que no comenzó a diseñar hasta pasados los 40 años, una edad tardía que no le ha impedido alcanzar el olimpo de los diseñadore­s más respetados del mundo. Lo ha hecho desde un estilo clásico y depurado que desde el primer momento reflejaba el gusto de la clase alta neoyorquin­a, en la que la venezolana se introdujo con una gran facilidad cuando llegó a la ciudad en 1980. Desde niña había estado en

Su mejor embajadora fue Jacqueline Kennedy Onassis, a quien vistió durante doce años. Incluso se encargó de realizar en 1986 el traje de boda de su hija Caroline Kennedy.

contacto con el mundo de la moda -a los 13 años asistió a un desfile de Balenciaga- y había trabajado como publicista para Pucci en Caracas. Pero fue su amistad con los más modernos de aquella época, desde Mick y Bianca Jagger a Andy Warhol, la razón de su entrada en el mundo de la moda de la mano de Diana Vreeland, todopodero­sa editora de Vogue, el puesto ahora ocupado por Anna Wintour. Vistió a primeras damas de Estados Unidos como Laura Bush, Michelle Obama y Melania Trump.

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