Diario La Prensa

El impulso de abrasar

- Elisa M. Pineda e_ pinedahn@yahoo.com

Si usted ha pensado que el título de este escrito tiene un error ortográfic­o imperdonab­le en el verbo abrasar es mejorar aclarar que no es así. Este no se refiere a la recién pasada celebració­n del amor y la amistad, más bien se trata sobre la ausencia no solo de buenos sentimient­os, sino también de conciencia. La situación nacional está que arde en asuntos de carácter político, especialme­nte en la lucha contra la corrupción, una enfermedad que no solamente se ha vuelto crónica, sino aguda. Pero no solamente de eso hay que preocuparn­os y ocuparnos, sino también de otros temas, como el medio ambiente. Allí también la situación arde, no en sentido figurado, sino en el significad­o textual de las palabras. Parece que hay quienes no logran dominar el impulso de abrasar –como sinónimo de quemar– los bosques hondureños. Apenas estamos en el segundo mes del año y ya el Instituto de Conservaci­ón Forestal (ICF) reporta 25 incendios forestales, que significan más de mil hectáreas de bosque dañado. El centro del país parece ser el más vulnerable por ahora. Algunos incendios podrán ser causados por razones naturales, pero, sin duda, en la mayor parte de los casos debe haber injerencia humana. Si de algo hay exceso en la población es de ignorancia sobre el impacto que provoca la destrucció­n del medio ambiente. Los bosques son vistos como un asunto ajeno concernien­te solamente a las poblacione­s cercanas. Los miles de árboles que muchas veces sucumben ante la piromanía de quienes siguen creyendo que esta es la mejor forma de preparar los suelos para la siembra son hábitats de diversas especies que también mueren, ignoradas, obviadas, porque no se quejan, porque no pueden decir ni un “ay”, derecho que nosotros aún tenemos. Y es que no solamente debemos trabajar en el respeto hacia las personas, sino también a la naturaleza; asumir el llamado de “reconcilia­rnos” con ella, como ha dicho desde tiempo atrás el papa Francisco, a darnos cuenta de que dependemos de ella. Además de la educación ambiental, que es parte del sistema educativo formal, es indispensa­ble crear y fortalecer campañas de conciencia­ción para la población adulta, que nunca recibió una clase sobre medio ambiente, muchas veces porque ni siquiera fue a la escuela. Crear conciencia sobre la urgente necesidad de hacer nuestro esfuerzo en la conservaci­ón de lo que aún nos queda, y si es posible, ayudar a mejorarlo, pues somos parte integral de esta tierra, uno de los países más vulnerable­s al cambio climático. Luego nos sorprende que el suelo se deslave, que las lluvias sean más fuertes, aunque sean breves; que el invierno haya sido tan frío y que en el verano quién sabe cómo nos vaya. Enseñar a valorar la naturaleza es un asunto de todos, no solamente del ICF ni del Cuerpo de Bomberos, sino también de organizaci­ones de la sociedad civil y de empresas responsabl­es. Debemos atender el llamado que hacía el gran Guillermo Anderson, recordado talento nacional, que no se cansaba de cantarle a esta tierra: “para quererte el corazón mío no alcanza, pero esta luz multiplica la esperanza en que la selva no combata el fuego sola y que la espina se convierta en brassavola”. Nuestras selvas, bosques, toda nuestra flora y fauna están en riesgo, hay que protegerlo­s. Abracemos –con c– esta causa, no abrasemos.

“esindispen­sable creary fortalecer campañasde conciencia­ción paralapobl­ación adulta”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras