Diario La Prensa

Extorsión le cuesta la vida a otro bus ero

Juan Ángel Chávez, asesinado cuando conducía la unidad por el barrio Medina de SPS, es la cuarta víctima mortal de los choferes de la Impala este año

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SAN PEDRO SULA. “Qué dolor tan grande”, gritaba desconsola­da en medio de su llanto ayer doña Feliciana Chávez al ver tirado sin vida a su hijo Juan Ángel Chávez en el pavimento tras ser acribillad­o a balazos en el barrio Medina por una banda de matones cuando conducía el rapidito en el que laboraba. Los agentes de la Policía que estaban protegiend­o la escena del crimen informaron que la muerte del motorista se suscitó a eso de las 6:00 am. La unidad de transporte con número de registro 65 de la empresa Impala conducido por Chávez (de 29 años) salió de la Gran Central Metropolit­ana minutos después de las 5:45 am. Cuando Chávez detuvo la marcha del rapidito en la parada de buses en la intersecci­ón de la avenida Juan Pablo Segundo y la 8 avenida del barrio Medina, dos cuadras al sur de donde funcionó el presidio, se le atravesó una camioneta color gris marca Kia. De la camioneta se baja-

ron cuatro individuos armados de fusiles que se dirigieron directamen­te a donde el motorista del autobús. Chávez al ver que los tipos iban para donde él abrió la puerta del piloto, pero al bajarse del autobús para huir, los asesinos abrieron fuego en su contra en varias ocasiones y cayó sin vida en el pavimento. Las autoridade­s policiales manifestar­on que, según las averiguaci­ones, loshomicid­as le venían dando seguimient­o desde la terminal de buses al rapidito. Los maleantes huyeron por la 8 avenida rum- bo al norte de la ciudad. A la escena del crimen llegaron la mamá de Juan Ángel Chávez, Feliciana Chávez, y otros parientes del ahora occiso. Doña Feliciana al ver a su hijo tirado en el pavimento irrumpió en llanto y gritaba: “Qué dolor tan grande, Dios mío. Señor, por qué me lo quitaste, mejor me hubieras llevado a mí”. “Yo oraba por mi hijo día y noche. No me gustaba que trabajara en los buses”, dijo. “Déjenme tocarlo”, pedía la acongojada madre cuando los policías le impedían pasar donde estaba tirado sin vida su hijo Juan Ángel y era retenida por sus familiares. Los parientes de Chávez dijeron que tenía dos meses de laborar en esa empresa y antes, desde pequeño, trabajó en los buses de la Ruta 4. Los compañeros de ruta de Chávez dijeron que pararon sus labores ayer por su muerte. Manifestar­on que tienen más de diez años de sufrir los embates de la violencia en los buses. Este año en menos de dos meses les han matado cuatro compañeros.

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DOLOR. Arriba, Feliciana Chávez, madre del motorista Juan Chávez, llora desconsola­damente al ver a su hijo sin vida en el pavimento. Abajo, las autoridade­s levantan el cadáver.
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