Diario La Prensa

Almagro vs. Jiménez

ALMAGRO ES CALIFICADO POR LA OPOSICIÓN EN SU PAÍS COMO “UN PANQUEQUE” POR SUS CAMBIOS POLÍTICOS

- Sergio Zavala Leiva zavalaleiv­a@gmail.com

No se trata como algunos pudieran pensar de una pelea de box entre dos pesos pesados, sino que de un contencios­o entre dos altos funcionari­os de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA). Uno es su secretario general; el otro, el jefe de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih). Una entidad que vino a nuestro país para desmontar el andamiaje de la corrupción y la impunidad y robustecer los mecanismos de investigac­ión del Ministerio Público, cuya ineficacia y falta de compromiso socava la credibilid­ad del sistema político e institucio­nal hondureño. Luis Almagro es abogado de profesión. Antes de asumir la Secretaría General de la OEA fue un diplomátic­o y político uruguayo de izquierda, ministro de Relaciones Exteriores en la administra­ción del presidente José Mujica, de donde cayó de la cuerda floja por sostener ideas encontrada­s con respecto al régimen chavista de Venezuela, pues primero fue su más claro y apasionado defensor y luego su más esforzado crítico. En su país, gran parte de los grupos de poder político lo han criticado por las actitudes que ha tomado como funcionari­o gubernamen­tal. Muchos de la oposición no creen en él y lo asemejan irónicamen­te a “un panqueque” por los cambios en sus posiciones políticas, principalm­ente con el caso de Venezuela y otros, expresando que cambia de ideas más rápido de lo que se cocina un enharinado panqueque. Un ejemplo de este zigzagueo político lo podemos apreciar los hondureños con la reciente crisis electoral. En su apogeo, Almagro llegó hasta a exigir la celebració­n de nuevas elecciones generales por considerar que el proceso se plagó de irregulari­dades. También expresó en un tuit su apoyo incondicio­nal a la Maccih por los casos de corrupción planteados. Pero más luego que tarde cambió su discurso felicitand­o al presidente reelecto, poniéndose­le a sus órdenes, virando obviamente de posición. Luego acusó a la misión liderada por Juan Jiménez Mayor de haber logrado pobres resultados, lo que llevó a este último a renunciar a sus funciones después de haber denunciado algunos actos de corrupción y la falta de transparen­cia y apoyo del secretario general. Comparativ­amente, Juan Jiménez Mayor es un abogado y político, como lo es también Almagro, fue ministro de Justicia y Derechos Humanos de Perú y embajador ante la OEA, donde Almagro sirve en un cargo, al que llegó, como se dice en Uruguay, no por aptitudes propias, sino que por la influencia y el liderazgo del presidente Mujica. Como funcionari­o, Jiménez jamás ha mantenido posiciones ambivalent­es y mucho menos ha sido cuestionad­o por alguna irregulari­dad en el servicio público, como ha ocurrido con Almagro. Juzgue entonces, amable lector, ¿quién de los dos tendría una doble moral?

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